Situada al norte, es la
capital del distrito homónimo, la antigua Bracara
Augusta, también es conocida como la ciudad de los obispos, Braga es la
tercera ciudad más poblada de Portugal.
Aunque existen vestigios
humanos desde el neolítico, como demuestra el monumento megalítico de Mamoa de
Lamas, solo se puede demostrar la existencia de asentamientos en Braga desde la
Edad de Bronce.
En la Edad del Hierro, se
desarrollaron los castros, asentamientos en lugares de relieves altos de origen
celta, esta región estaba habitada por los brácaro, un pueblo celta prerromano.
El primer contacto entre
brácaros y romanos tuvo lugar entre 138 y 136 a.C., con las expediciones
militares romanas de reconocimiento, luego la región fue tomada por los
romanos. Desde entonces, y ya fundada Bracara
Augusta en el 15 al 16 a.C., la región vivió en paz, convirtiéndose en la
capital de la provincia de la Gallaecia.
La caída del Imperio Romano
dio lugar a la conquista de la Gallaecia por los suevos en el 411, que
mantendrían la capital hasta la derrota de estos por los visigodos en el año
585. Braga permanecería bajo dominio visigodo hasta la invasión musulmana de
Hispania.
En el 716, los árabes
conquistaron Braga y fue reconquistada por Alfonso III de Asturias, en el 868 y
tras su fallecimiento, Alfonso III el Magno dividió su reino entre sus hijos en
el 908, asigno el Reino de Galicia a Ordoño I de Galicia, que fijo su capital
en Braga. No obstante, la muerte de su hermano García I le otorgaría la corona
del Reino de León, pasando Galicia a depender de dicho reino y perdiendo Brega
su condición de capital.
En el siglo XI la ciudad fue reorganizada. La construcción de la muralla y de la catedral se inicio por orden del obispo Pedro de Braga, sobre los restos de un antiguo templo romano dedicado a Isis, que más tarde se convirtió en una iglesia. En 1071 se fundó el arzobispado de Braga, convirtiéndose Pedro en su primer arzobispo.
En 1093, Braga fue ofrecida
como dote por Alfonso VI de León, a su hija Teresa, en la ocasión de su
matrimonio con Enrique de Borgoña, conde de Portugal. Estos fueron los señores
de la ciudad entre 1096 y 1112, cuando Enrique de Borgoña donó la ciudad a los
arzobispos.
Tras la independencia de
Portugal, proclamada por Afonso Henriques el 1128 en una primera instancia en
Guimaraes y consolidada en 1139 al ser reconocida por Alfonso VII de León en
1143. Braga pasó a formar parte del nuevo reino.
En 1327, el rey Afonso IV
invadió la jurisdicción temporal del entonces arzobispo Gonsalo Pereira y
nombró notarios del reino a Braga. El arzobispo los excomulgó y los expulsó de
la ciudad. En 1402, el arzobispo Martinho Afonso de Miranda dio la jurisdicción
de la ciudad a la corona, a cambio de rentas y otras concesiones, así como de
la regulación de las obligaciones de los agricultores y artesanos de Braga.
En 1472, el rey Afonso V
restauró la jurisdicción temporal de Braga al arzobispo Luís Pires y a partir
de este momento los arzobispos comenzaron a utilizar el título de “Señor de
Braga y Primado de las Hespanhas”.
Desde el siglo XVI hasta el
siglo XVIII, por intermedio de varios arzobispos, los edificios de arquitectura
medieval fueron remplazados por otros de estilo religioso barroco y neoclásico.
A finales del siglo XX,
Braga tuvo un gran desarrollo convirtiéndose en la tercera ciudad más
importante de Portugal.
Referencias
Hermano, J. (1989). Historia de Portugal. Madrid: Alianza.
Martínez Peñin, R. (2015). Braga
and its Territory Between the Fifh and the Fifteen Centuries. Braga:
Universitat de Lleida y Universidad del Miño.
BRAGA
AUTOR:
Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix
Piñerúa Monasterio
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