sábado, 24 de octubre de 2015

Cultura Moche - Sexualidad Mochica

La vida sexual de los pueblos antiguos está vinculada de un modo estrecho con la vida social y sagrada de la comunidad. En torno a su vida sagrada el arte mochica presenta un conjunto amplio de representaciones de actividades sexuales, que incluyen cópulas entre seres humanos y seres con rasgos sobrenaturales o divinidades.
Un tema recurrente es la unión de una pareja con rasgos ancestrales. De esa unión nace un árbol de la vida, del cual crecen frutos vinculados a las actividades rituales.
En algunos cuencos, el cuerpo de la mujer fue modelado de tal manera que una vulva agrandada fuera el orificio de ingreso y salida de los líquidos. En estas vasijas la posición del cuerpo femenino es semejante a la que adopta la mujer en el parto  pero también en el acto sexual. Si se vierte líquido en el cuenco este desaparece absorbido por el cuerpo de la mujer, que absorbe el cuenco seco, y el interior del cuerpo humedecido.
El cuerpo de la mujer será equiparado con el mundo inferior, el mundo de la tierra que se fertiliza para que vuelva a dar los frutos.
En las vasijas de cerámica se plasmaron la vida ritual y la mitología de los mochica, y también un detallado conocimiento del mundo y de las relaciones entre los seres que lo habitan. Las actividades sexuales representadas en estas vasijas se refieren a estas relaciones e interacciones.
Así como se  unen los dioses, en el mundo terrenal los seres humanos y los animales se unen para procrear, insertándose en el ciclo de la vida.
La unión de parejas ancestrales ha sido plasmada en el arte de las diversas culturas precolombinas desde tiempos muy antiguos. En algunas de las piezas se observan detalles que indican el alto estatus de los personajes, como la pintura facial.
En el arte mochica se representó a seres humanos realizando actos sexuales que no llevan a la fecundación, como felaciones y sexo anal, actividades que vinculan al mundo de los vivos con el mundo de los muertos.
La finalidad de estas acciones no es la fecundación, sino la emisión de semen, que es el líquido que fertiliza  y que debe ser ofrecido a la tierra, donde precisamente habitan los muertos.
Los muertos son mostrados como seres activos sexualmente, interactuando entre ellos y también con los vivos.
En cuanto a su vida social profana, nada escandalizó más a los conquistadores incas y españoles que el prevalecimiento de la sodomía entre los yuncas de la costa (“Yuncas” era el término amplio y genérico utilizado por los incas para designar a todos los habitantes de la tierra cálida pero también quienes vivían en las selvas eran llamados “yuncas”, por lo que los españoles para distinguirlos los denominaban “yuncas de la costa” a los mochicas y chimú). Al realizar los incas la conquista de aquellos en 1460-1470, encontrándolos inclinados, en su mayoría, a la copulación anal, que era practicada con hombres y mujeres.
El prevalecimiento de la sodomía prosiguió hasta el siglo XVII, en que los misioneros españoles pusieron fin a la idolatría. “los indios de estos valles de la costa – escribió el padre Calancha - son muy inclinados a la sodomía. Hubo un tiempo en que la practicaban con hombres, ahora lo hacen con mujeres. Esconden su vicio bajo la capa del matrimonio y mediante esta forma de sensualidad evitan la generación humana”.
Pocos pueblos han dejado a la posteridad un ejemplo tan gráfico y objetivo de su vida sexual como los Moche y los Chimú. Las diferentes posiciones para realizar el amor, la complicación desplegada durante el mismo y el amplio juego de la imaginación para incrementar el deseo sexual, son extraordinarios. A estas representaciones cerámicas no es posible llamarla pornografía, ya que su función, al ser enterrada con los muertos, era hacer una crónica de su vida. Ciertamente, la mochica no  fue la primera cultura costera en representar temas de carácter sexual; lo mismo se dio en la cerámica chavín, gallinazo, salinar y viru; grupos estos de los cuales los mochica fuero herederos culturales. Pero ninguna de ellas iguala el realismo del trabajo mochica.
Otro rasgo interesante del arte erótico mochica es que la mujer era la alfarera y por tanto las cronistas de su vida sexual. Como la mayoría de la cerámica se hacía en moldes, la mujer muy bien podía realizar esa labor en su tiempo libre.
 La cerámica mochica nos proporciona interesantes detalles sobre sus costumbres sexuales. La posición para hacerse el amor siempre sobre una manta, de la cual un extremo se enrollaba para formar una almohada en la cual la mujer apoyaba la cabeza. En su mayor parte, las figuras los muestran desnudos; en otras están ocultos bajo una manta de vivos colores, pero que de todos modos revela sus órganos sexuales. Allí se ve a un joven copulando con una anciana; a un anciano con una joven, cosa observable por los surcos en el rostro. Casos de multiplicidad: dos hombres con una mujer. Hay también casos en que la mujer complace al hombre por medio de la masturbación, como también relaciones lésbicas. La felación era la expresión sexual dominante, después de la anal.

Referencia
Von Hagen, V. (1974). Los Reinos Desérticos del Perú. México: Diana.

SEXUALIDAD MOCHICA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio


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