Hijo de Zeus y Sémele, quien era hija de Cadmo, rey de Tebas, y la diosa Harmonía. Fue venerado como dios de la viña, el vino, el delirio místico, la fertilidad de la naturaleza, de todo lo relacionado con la humedad y los placeres, el frenesí, el sufrimiento y la muerte. Los griegos también lo llamaron Baco, nombre con el que lo reconocían los romanos.
Las ninfas lo iniciaron en el conocimiento de las Bellas Artes, la armonía y el baile. Después se encargó de su educación el viejo Sileno y sus compañeros. Sileno era hijo de Pan, amigo de los dioses, de carácter indolente y jovial, sátiro bebedor.
El mundo dionisíaco es ante todo un mundo femenino. Las mujeres despiertan y crían a Dionisos, las mujeres le acompañan allá donde vaya. Le aguardan y son las primeras que caen presas de su locura. Por ello, con toda la voluptuosidad y plenitud que inspiran, el elemento propiamente erótico permanente en la periferia y, es tan la unión sexual como parir, amamantar.
Las mujeres cuando adoraban a Dionisos eran fieles a sí mismas, expresando el amor vehemente o la rabia colérica, fueron llamadas ménades, que significa enrabiado, poseso, frenético.
Es el dios de las mujeres, significa que él es la masculinidad, la sexualidad masculina, tal como las mujeres la experimentan, puesto que él es un falo a disposición de las mujeres.
Dionisos era el dios de la embriaguez divina y del amor más encendido. Pero también era el perseguido, el sufriente y moribundo, y todos los que le acompañaban y eran rozados por su amor, debían compartir con él su trágico sino.
Representa uno de los dos arquetipos que más predisponen a un hombre a ser siempre joven (puer eternus), independientemente de su edad real. La versión dionisíaca del adolescente arquetípico es la de una persona intensa y emotiva, que se queda absorta en cualquiera de sus pasiones del momento, que olvida las obligaciones y deberes. Irregular e inconstante puede ir de un lugar a otro, atrayendo mujeres, interfiriendo en sus vidas y luego dejándolas.
Este dios representa a toda la música ajena al pentagrama, a la que se desprende de los tambores y panderos, la que surge de la emotividad desenfrenada, la que conduce al éxtasis, a los excesos y a lo sensual, a lo instintivo, lo salvaje, a nuestra sombra.
Referencias
Bolen, J. (2002). Los Dioses de Cada Hombre. Barcelona: Kairós.
Villalobos, M. (2004). A puntadas… Cuaderno de Mitología Griega y Psicología Arquetipal. Caracas: comala.com.
DIONISOS
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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