Tanto en la cultura griega
como romana el arte era considerado como una habilidad del ser humano en
cualquier terreno productivo, siendo en cierta medida sinónimo de destreza. En
definitiva, cualquier habilidad sujeta a reglas que la hacen objeto de aprendizaje
y perfeccionamiento técnico. En cambio, la poesía, que venía de la inspiración,
no estaba catalogada como arte. En Grecia, Aristóteles definió el arte aquella
«permanente disposición a producir cosas de modo racional», y Platón opino que
es la capacidad de hacer cosas por medio de la inteligencia, a través de un
aprendizaje. Mientras que los romanos, Quintiliano estableció que era aquello
basado en un método y un orden (via et
ordine) y Casiodoro destaco en el arte su aspecto productivo, conforme a reglas,
señalando tres objetivos principales del arte: enseñar (doceat), conmover (moveat)
y complacer (delectet).
La palabra arte procede del
latín ars, artis, y esta del griego τέχνη (téchne, técnica) es entendida
generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el hombre con
una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se expresan ideas,
emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como
los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos. El arte es un componente de la
cultura, reflejando en su concepción los sustratos económicos y sociales, y la
transmisión de ideas y valores, inherentes a cualquier cultura a lo largo del espacio y el tiempo.
El vocablo arte tiene una acepción extensa,
pudiendo designar cualquier actividad humana hecha con esmero y dedicación, o
cualquier conjunto de reglas necesarias para desarrollar de forma optima una
actividad, así se habla de: arte culinario, arte medico, artes marciales, etc.
En este sentido, arte es como ya mencionamos sinónimo de destreza, habilidad,
talento. Sin embargo, más comúnmente se suele considerar al arte como una
actividad creadora, por la cual se produce una serie de objetos u obras de arte
que son singulares, y cuya finalidad es principalmente estética. Aquí
estaríamos hablando de lo que se entiende en el ambiente académico como bellas
artes y que tradicionalmente se consideraban seis: la arquitectura, la danza,
la escultura, la literatura, la música y la pintura.
En esta última línea de ideas es durante el
Renacimiento que se empezó a gestar un cambio de mentalidad en el sentido de
separar los oficios y las ciencias de las artes, donde se incluyó por primera
vez a la poesía, considerada hasta entonces un tipo de filosofía. En este
cambio intervino la progresiva mejora en la situación social del artista,
debida al interés que los nobles y ricos italianos empezaron a mostrar por la
belleza. Los productos del artista adquirieron un nuevo estatus de objetos
destinados al consumo estético, y, por ello, el arte se convirtió en un medio
de promoción social. Surgieron en este contexto varios tratados teóricos acerca
del arte, siendo Lorenzo Ghiberti (1447) el primero en periodificar la historia
del arte distinguiendo antigüedad clásica, periodo medieval y lo que llamó
“renacer de las artes”.
Es con el manierismo, finales del siglo
XVI, cuando comenzó el arte moderno donde las cosas ya no se representan tal
como son, sino como las ve el artista. La belleza se relativiza, se pasa de la
belleza única renacentista, basada en la ciencia, a las múltiples bellezas del
manierismo, derivadas de la naturaleza. Apareció en el arte un nuevo componente
de imaginación, reflejando tanto lo fantástico como lo grotesco, para ellos el
arte no tiene normas, no se aprende, sino que viene de la inspiración.
Los siguientes avances de hicieron en el
siglo XVIII con la Ilustración, donde comenzó a producirse cierta autonomía del
hecho artístico: el arte se alejó de la religión y de las representaciones del
poder para ser fiel reflejo de la voluntad del artista, centrándose más en las
cualidades sensibles de la obra que no en su significado.
En el Romanticismo, surgido en Alemania a
finales del siglo XVIII con el movimiento Sturm und Drang, triunfó la idea de
un arte que surge espontáneamente del individuo, desarrollándose la noción de
genio –el arte es la expresión de la emoción del artista-, que empieza a ser
mitificado.
Referencias
Beardsley, M. y Hosper, J. (1990). Estética. Historia y Fundamentos. Madrid:
Cátedra.
Bozal, V. (2000). Historia de las Ideas Estéticas y de las
Teorías Artísticas Contemporáneas (vol I). Madrid: Visor.
Givone, S. (2001). Historia de la Estética. Madrid: Tecnos.
Tatarkiewicz, W. (2001). Historia de Seis Ideas. Madrid: Tecnos.
ARTE
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE
ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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