Los datos arqueológicos
confirman que la ocupación estable del territorio de Roma comienza en la Edad
de Hierro, IX a.C., en el monte Palatino, según Tito Livio y de acuerdo a la
leyenda aquí es donde Rómulo traza con el arado el surco de la Roma cuadrada.
A los latinos que viven en
el Palatino se les unen los sabinos que habitan en la colina del Quirinal, y el
pequeño valle entre dos colinas se convierte en el lugar de encuentro y de
mercado, el foro.
La tercera colina romana es
probablemente el monte Esquilino. Las tumbas más antiguas del Palatino son de
incineración, igual que en el Quirinal. En una fase más reciente, estas tumbas
se entremezclan con la inhumación.
En el Esquilino, sin embargo, destaca un fuerte predominio de la inhumación. La introducción de esta práctica en zonas donde se incineraba pone de relieve la complejidad de las influencias culturales manifestadas desde el origen de la comunidad surgida en las colinas romanas.
No se dispone de datos arqueológicos fiables que indiquen una ocupación del Capitolio antes del siglo VI a. C.
La lista de los 30 pueblos de la liga Albana, reproducida por Plinio, determina la situación antes de que las ladeas se unieran en las colinas romanas, y recuerda entre otros, a los habitantes del Celio. Con la anexión del Viminal y el Aventino se completan las siete colinas.
En un principio es necesario suponer una unión de tipo federativo entre todas las comunidades. La unificación surge de manera gradual; un calendario romano de la edad monárquica refleja la antigua ceremonia del Septimontium, que incluye las tres cimas del Palatino, las tres del Esquilino, el Celio y la Suburra. Cualquiera sea el origen y el significado de dicha ceremonia, sólo puede entenderse en el marco de una división originaria de los asentamientos en las colinas romanas, unidas por vínculos federales. Por otro lado, en la ceremonia del Septimontium aún faltan el Capitolio y el Quirinal, este último poblado por los sabinos.
Las murallas de la Roma republicana fueron construidas tras la invasión e incendio de los galos, alrededor del año 378 a.C. Después se le añadieron los arcos en la época de las guerras civiles, siglo I a.C.
Referencia
D´Onofrio, G. (s/f). Antigua Roma. Madrid: Susaeta.
CULTURA ROMANA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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