Hace varios millones de
años, nuestros antepasados dejaron de trasladarse a cuatro patas para trepar
los árboles y caminar erguido, sobre dos pies. Cómo se produjo este proceso que
nos llevó a convertirnos en lo que somos hoy todavía está lleno de incógnitas y
ahora un nuevo hallazgo viene a complicar aún más el relato. Un equipo
internacional de investigadores ha encontrado en Etiopía los restos del pie de
un homínido de 3,4 millones de años cuyas características morfológicas y
motoras no encajan con las de los homínidos que vivían entonces en África, los Australopithecus afarensis.
Los investigadores sospechan
que el pie puede pertenecer a otra especie de homínido, quizás una desconocida,
con rasgos más primitivos, que se movía de forma diferente, con su propia
manera de caminar. La descripción de los fósiles aparece publicada en la
revista Nature.
El equipo científico,
dirigido por Yohannes Haile-Selassiem, del Museo de Historia Natural de
Clevelan (Ohio), hallaron los huesos del pie en el yacimiento de Woranso-Mille,
en la región de Afar, en el centro de Etiopía. Los fósiles databan de 3,4
millones de años, una época en la que el único homínido conocido era el Australopithecus
afarensis, la especie a la que pertenecía «Lucy», una hembra de 20 años, un
metro de altura y 27 kilos de que caminaba erguida con un pie comparable a los
de los humanos modernos, aunque de cerebro pequeño. Mientras que el pie que ahora se ha encontrado resulta
diferente, tiene el dedo gordo oponible, como un chimpancé, lo que lo hace más
similar al pie del Ardipithecus ramidus,
un antepasado de los humanos que prosperó en lo que hoy es Etiopía hace casi 4,5
millones de años, un millón de años antes que el afarensis, lo que le sitúa muy cerca del momento en que se cree
vivió el último ancestro común entre humanos y chimpancés. Su mayor exponente
es el conocido «Ardi».
La afinidad taxonómica de la
nueva muestra sigue siendo incierta, pero el del pie fósil representa un
homínido que, a diferencia de sus contemporáneos Australopithecus afarensis, mantiene una capacidad de agarre que le
permite trepar a los árboles y moverse a través de un bosque con más eficacia.
Según los científicos, estas
diferencias pueden significar la presencia de más de una especie homínida en el
comienzo del Plioceno tardío en África. Una de ellas mantenía la adaptación
motora del Ardipithecus ramidus.
Referencia
De Jorge, J. (28/03/2012).
El Otro Homínido que Sabía Caminar. Madrid: El Mundo.
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
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