sábado, 29 de junio de 2013

Pueblos de República Dominicana - Fábrica Artesanal de Tabaco

    
El origen del tabaco lo podemos ubicar con cierta certeza en el archipiélago andino, entre Ecuador y Perú, de allí se extendió a toda América siendo cultivado por los indígenas desde hace 3.000 años a.C.
           

En el caso de República Dominicana, los Taínos, ya cultivaban y fumaban el tabaco durante siglos, solo que España, su potencia colonial hasta 1821, no se interesó por sus hojas, concentrando todos sus esfuerzos en desarrollar el comercio de tabaco en Cuba. De hecho, el tabaco dominicano recibió muy poca atención hasta principios del siglo XX, cuando se importaron semillas cubanas por primera vez: las plantaciones se multiplicaron por toda la isla, pero el tabaco se destinaba esencialmente para la exportación a fábricas de Europa o Estados Unidos, donde se usaba para elaborar cigarros a máquina de segunda clase. Entonces llegó la revolución cubana. El resultado fue que toda una generación de emigrantes cubanos se instaló en la República Dominicana, y entre ellos los especialistas en tabaco, que empezaron a cultivar distintas variedades más aptas para aquel entorno, usando semillas cubanas.


Cuando comenzó el embargo estadounidense de productos cubanos en 1962, Cuba perdió su principal mercado de puros; esto y las expectativas de nacionalización hicieron que numerosas empresas fabricantes de puros cubanos buscaran otras ubicaciones, y muchas se establecieron en la República Dominicana. Mediante marcas como León Jiménez, Davidoff, Arturo Fuente, The Griffin's, Santa Damiana, y Ashton. Esto produjo que los dominicanos se hiciesen de la larga tradición de los cubanos en la elaboración de puros hechos a mano, probado con creces su habilidad en la creación de distintos modelos. Se tarda unos seis meses para formar adecuadamente a un torcedor pero, al final de este periodo, se gana cada peseta que produce. La demanda de torcedores experimentados, tras la proliferación de nuevas fábricas, ha provocado que el sueldo medio de un torcedor se haya multiplicado por quince respecto a los que ganaba antes de 1993: un dólar por día. En treinta años de fabricación, los puros dominicanos han mejorado constantemente, y se han ganado a pulso su actual reputación. Ciertamente, la República Dominicana no solo ha superado a Cuba en la arena del mercado internacional, también ha conseguido lo que parecía imposible: una comparación justa con su adversario en términos de calidad. Sin embargo, el problema del cuerpo del tabaco y de sus cualidades aromáticas perdura. Por ello, el tabaco es generalmente mezclado con otras variedades y usado como tripa (relleno) y, menos a menudo, como tirulo (hoja del envoltorio interior). En consecuencia, los tabacos más fuertes aun deben importarse, generalmente de Honduras, México y Brasil. Otro punto débil es que las hojas dominicanas no son adecuadas para las capas (hojas del envoltorio exterior) de alta calidad, y estas también deben ser importadas, básicamente de Camerún (Partagás) y Ecuador (Sosa). A pesar de todo, la familia Fuentes consiguió recientemente producir unas capas auténticamente dominicanas derivadas de hojas del piloto cubano. Se trata de las magnificas hojas con tinte rosado usadas para elaborar su línea Fuente: Fuente Opus X.
Paralelamente a esta actividad de grandes tabacaleras han surgido tabacaleras artesanales donde el dominicano expresa su relación con el tabaco, su humo y los dioses taíno.

FÁBRICA ARTESANAL DE TABACO
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio

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