domingo, 10 de junio de 2012

Religiosidad Africana – Animismo Bantú

El africano ha nacido en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado: éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu desencarnado, éste los recompensará con su protección.
Las relaciones entre vivos y muertos no son esporádicas, sino íntimas y permanentes.
La mejor manera de formalizar estas relaciones, que pueden unir el Mu-Ntu de un fallecido con varios descendientes suyos, es «fijarlo en la cabeza» de cada uno de éstos como «guía» espiritual, después que el hechicero haya adivinado, en cada caso, la afinidad de un determinado sujeto con un determinado difunto.
También es posible que el guía resulte un Ki-Ntu, o sea, un espíritu no humano. Esto hay que tenerlo muy en cuenta en el momento de examinar el desarrollo  africanismo en América, ya que gracias a ella, fue posible el encuentro y la fusión entre el animismo africano y amerindio.
Para un bantú la norma última de su conducta es considerar bueno, todo lo que favorece, en el marco de su cosmovisión animista, el desenvolvimiento y la conservación de su Mu-Ntu, y malo todo lo que los perjudica.

Referencias
Del Zotti, C. (1975). Brujería y Magia en América. Barcelona. Plaza & Janes.
Gluckman, M., Douglas, M. y Horton R. (1976). Ciencia y Brujería. Barcelona: Anagrama.

Foto: Museo de Antropología - Madrid

ANIMISMO BANTÚ
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio

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