El dios griego
Hermes (Mercurio entre los romanos) fue hijo de Zeus y Maya, una de las Pléyades, hija del Titán Atlas. Al
respecto el Himno Homérico a Hermes reza así: Canta, oh musa, a Hermes, al hijo
de Zeus y de Maya, que impera en el monte Cilene y en Arcadia, muy rica en
ovejas, y es nuncio utilísimo de los inmortales. Dióle a luz la veneranda Maya,
ninfa de hermosas trenzas, después de unirse amorosamente con Zeus. Huyendo del
trato de los bienaventurados dioses, habitaba Maya una gruta sombría, y allí,
en la oscuridad de la noche, tan pronto como el dulce sueño rendía a Hera, la
de níveos brazos, juntábanse el cronión con la ninfa de hermosas trenzas a
hurto de los inmortales dioses y de los mortales hombres. Mas, cuando el
intento del gran Zeus se hubo cumplido y el décimo mes apareció en el cielo, la
ninfa dio a luz y ocurrieron cosas notabilísimas: entonces, pues, parió un hijo
de multiforme ingenio, de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes,
jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto
habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.
Nacido al alba,
al mediodía tocaba la lira y por la tarde robaba las vacas del flechador Apolo;
y todo esto ocurría el día cuarto del mes, en el cual lo había dado a luz la
veneranda Maya. Apenas salió de las entrañas inmortales de su madre, ya no se
quedó largo tiempo tendido en la sagrada cuna, sino que se levantó prestamente
y fue a buscar los bueyes de Apolo, transponiendo el umbral de la cueva de elevado
techo. Allí encontró una tortuga y con ella adquirió un inmenso tesoro: Hermes,
en efecto, fue el primero que hizo que cantara la tortuga, que le salió al
encuentro en la puerta exterior, paciendo la verde hierba delante de la morada
y andando lentamente con sus pies. Y el utilísimo hijo de Zeus, al verla,
sonrió y en seguida dijo estas palabras: “Casual hallazgo que me serás muy
provechoso: no te desprecio. Salve, criatura amable por naturaleza, reguladora
de la danza, compañera del festín, que tan grata me has aparecido: ¿de dónde
vienes, hermoso juguete, pintada concha, tortuga que vives en la montaña?. Pero
te tomaré y llevaré a mi morada, y me serás útil y no te desdeñaré; y me
servirás a mi antes que a nadie. Mejor es estar en casa, pues es peligroso
quedarse en la puerta. Tú serás, mientras vivas, preservadora del sortilegio
tan dañoso; y cuando hayas muerto, cantarás muy bellamente”. Así, pues, decía,
y al mismo tiempo la levantaba con ambas manos y se encaminaba nuevamente
adentro de la morada, llevándose el amable juguete. Allí, vaciándola con un
buril de blancuzco hierro, arrancóle la vida a la montesina tortuga. Como un
pensamiento cruza velos por la mente de un hombre agitado por frecuentes
inquietudes, o como se mueven los rayos que lanzan los ojos, así cuidaba el
glorioso Hermes que fuesen simultáneas la palabra y su ejecución. En seguida
cortó cañas y, atravesando con ellas el dorso de la tortuga de lapídea piel,
las fijó a distancias calculadas, puso con destreza a su alrededor una tira de
piel de buey, colocó sobre ellas dos brazos que unió con un puente y extendió
siete cuerdas de tripa de oveja que sonaban acordadamente. Mas cuando hubo
construido el amable artefacto, llevósela y fue probándolo parte por parte; y
la lira, tocada por su mano, resonó con gran fuerza.
El rasgo
principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de
los dioses, puesto éste en el que aparece incluso en los poemas homéricos,
compartiendo esta función con Iris, hija del titán Taumante y de Electra, hija
del titán Océano. Como mensajera del dios Zeus y de su consorte, Hera, Iris
abandonaba el Olimpo sólo para transmitir los divinos mandatos a la humanidad,
por lo que se la consideraba una consejera y una guía. Viajando a la velocidad
del viento, podía ir de un extremo al otro de la tierra, como también al fondo
del mar, así como a las profundidades del inframundo. Aunque era hermana de las
harpías, Iris aparecía representada como una hermosa joven, con alas y con ropa
de colores brillantes y un halo de luz sobre su cabeza, atravesando el cielo
con un arco de donde proviene el término arco iris que formaba su estela.
Hermes es un intérprete que cruza las fronteras con extraños, es un hermeneus
(έρμενευς). De Hermes procede la palabra «hermenéutica» que define el arte de
interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un
hermaion (έρμαιον). Como heraldo de los dioses, sobresale en el uso de la
palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en
las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente
empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto
deseado. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y
circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en
todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas
con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las
acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos
de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e
incluso elegancia. Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y
héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su especial
protección o eran llamado hijos suyos.
Hermes también
actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos que les ayudaba a encontrar
su camino hasta el Inframundo. En muchos mitos griegos, Hermes es representado
como el único dios además de Hades, rector del Inframundo griego y de los
muertos y Perséfone, su esposa, que podía entrar y salir del Inframundo sin
problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros
a tener un viaje seguro y sin contratiempos.
Hermes y Apolo
formaron un par de hermanos íntimamente unidos y protegidos por Zeus. El pícaro
e ingenioso de mentiras y astucias y el dios de la verdad.
Invento la
balanza, instrumento que sirve de garantía a las dos partes implicadas en una
transacción comercial.
Su comunicación,
conexión y astucia lo llevó a tener actitudes conciliatorias, usando su
sagacidad para arbitrar en los conflictos entre ciudades, sugiriendo soluciones
diplomáticas.
Ayudo a las
Parcas a componer el alfabeto, inventó la astronomía, la escala musical, las
artes del pugilato y la gimnasia.
Se representaba
a Hermes calzado con sandalias aladas, cubriéndose la cabeza con un sombrero de
ancha ala, el pétaso, para que pudiera viajar rápido como el viento, donde
quiera y, empuñando el caduceo, símbolo de sus funciones de heraldo de los
dioses.
Referencias
Hesíodo
(2000). Obras y Fragmentos. Madrid:
Gredos.
Villalobos, M. (2004). A Puntadas… Caracas: Comala.com.
HERMES
AUTOR:
Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA:
Félix
Piñerúa Monasterio
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