sábado, 22 de junio de 2013

Pensamiento Latinoamericano - Jean Price–Mars África en América

           Tras la ocupación norteamericana de Haití en 1915, la elite ilustrada haitiana proyecto la imagen de África y planteo la identidad nacional desde el rescate, el reconocimiento de las herencias culturales africanas como núcleo ético-mítico de la personalidad haitiana. Como uno de los máximos defensores de este movimiento surge Jean Price-Mars quien se formo como médico en Francia. Este intelectual dedicó gran parte de su vida a los estudios etnológicos e históricos sobre el origen africano de la sociedad haitiana. Además, fungió como diplomático y político por más de cincuenta años.
            Nació en 1876 en Grande Rivière du Nord, Haití. Creció en el seno de una familia burguesa, y a nivel primario, fue educado por su padre protestante Jean Eleomont Mars. Desde muy joven se involucró en actividades intelectuales y formó parte de grupos prevanguardistas y literarios. Y como ya mensionamos uno de los eventos que marcaron su vida y que influyeron en su futuro y pensamiento se encuentra la ocupación militar de Haití por parte de Estados Unidos entre 1915 y 1934. Para Price–Mars los atropellos perpetrados contra la población durante dicha ocupación y la eventual resistencia de los campesinos evidenciaban las tensiones entre las clases dominantes y las trabajadoras. También, reflejaban cómo las élites no eran capaces de promover el bienestar común de los haitianos.
            Desempeño varios cargos gubernamentales como senador 1932, ministro de Asuntos Internacionales, ministro de Educación, rector de la Universidad de Haití, representante de su país en las Naciones Unidas y embajador de Haití en Francia durante el Gobierno de François Duvalier (1957-1971), entre otros puestos.
          Publicó varios libros, entre los más importante están que actualmente sirven de referencia para investigadores de diversas disciplinas Así habló el tío (1928) y La República de Haití y la República Dominicana, un estudio profundo sobre las relaciones políticas y culturales entre Haití y la República Dominicana cuya primera edición apareció en 1953.
        Junto a otros intelectuales, Jean Price–Mars fundó en 1922 la Sociedad de Historia y Geografía Haitiana y fue el primer director del Instituto Haitiano-Americano. Su mirada civilizadora y su confianza en la educación como instrumento de evolución humana, lo han convertido en una de las personalidades haitianas de mayor reconocimiento internacional. Murió el primero de marzo de 1969 en Pétionville, a los 93 años de edad.
        Es Haití el único sitio donde una revuelta de esclavos salió exitosa en los más de 200 años que duró la esclavitud en el Caribe, la Revolución haitiana de 1791-1804. Se trató, además, de una experiencia que dejó su huella bien marcada en el consciente colectivo de los descendientes de esclavos, aun hasta nuestros días. Así en términos generales, los ex-esclavos y sus descendientes se negaron a aceptar el trabajo en las plantaciones (aun a cambio de un sueldo), o cualquier tipo de trabajo que reprodujera las estructuras de relaciones de poder de las plantaciones, marcadas por el servilismo de los negros hacia los blancos.
        Durante el periodo de la esclavitud la experiencia del negro resultó traumática, pues en ellos se había logrado borrar toda huella de vínculos culturales con áfrica. A los africanos les estuvo prohibido hablar su lengua nativa, practicar sus religiones o mantener lazos de comunicación con sus familias. Por tal motivo en el periodo post esclavitud, a los descendientes africanos les resultaba imposible construir un árbol genealógico, o determinar de qué región o tribu africana ellos eran descendientes, o establecer un vínculo de identidad con áfrica que fuera más allá que el mero color de la piel. Se trataba de una sensación de vacío profundo el que no se les permitiera establecer la base de una identidad originaria.
      Más allá del color de la piel, los pocos vestigios de vínculos con la cultura ancestral africana que sobrevivió, de manera casi milagrosa e inexplicable, estuvo relacionada con la herencia musical y religiosa, aunque ya sincretizados o criollizados por la experiencia de la diáspora y el contacto con otras culturas. Sobrevivieron, de esa manera, religiones como el vodú en Haití o la santería en Cuba y Puerto Rico. Sobrevivieron también tradiciones musicales relacionadas mayoritariamente con el toque del tambor, de donde emergieron fusiones con los bailes europeos de moda de la época, como el quadrille (cuadrilla), la contradanza, el vals o las mazurcas, que los esclavos integraran a sus tradiciones musicales, y de donde emergió toda una gama de géneros musicales y bailes sincréticos: incluidos el danzón, el son, el guaguancó, el mambo, el chachachá, el merengue, la bachata y el calipso.
          En las Antillas Mayores, las aportaciones de la cultura africana al imaginario nacional se concibieron de manera tímida, y casi exclusivamente como aportaciones a la música nacional. La excepción importante en este caso fue la República Dominicana, que a raíz de su lucha por la independencia de Haití, creó una identidad nacional en la que se negó toda herencia africana. La región que hoy conocemos como la República Dominicana (que comparte, junto con Haití, la isla de La Española), permaneció como parte de Haití después de la Revolución haitiana de 1803, pero se vio involucrada en una guerra con el Estado haitiano que condujo a su independencia en 1844. En la guerra de 1844, los independentistas dominicanos intentaron conseguir apoyo de otras naciones europeas y de los Estados Unidos, bajo el argumento de que se trataba de una guerra de blancos contra negros. De esta experiencia emergió un imaginario nacional en el que el elemento africano presente en la isla se había depositado exclusivamente en Haití, y que la región que hoy conocemos como la República Dominicana estaba compuesta principalmente por mestizos, cuyo color de piel oscuro respondía a la herencia indígena taína, y no a la herencia africana. Este hecho llevó Jean Price-Mars a declarar que los independentistas dominicanos padecían de un “bovarismo colectivo”, haciendo referencia al personaje de Madame Bovary en la novela de Gustave Flaubert del mismo nombre, pues se habían creído que no eran negros. En las Antillas Menores, por el contrario, la inmensa mayoría de la población es de descendencia africana, con lo cual el imaginario nacional se construyó sobre una fuerte base africana. 
      En la historia haitiana, la oposición entre el negro y el mestizo fue crucial para entender el proceso social y político posterior a la independencia. Se trata de un dato sociológico de primera importancia en la explicación de las luchas políticas del siglo XX y de la presidencia de Duvalier. Esto conduce a la emergencia de dos ideologías: mulátrisme y noirisme. Ambos términos remiten al color (mestizo, negro). El indigenismo haitiano, pese a que hubo mestizos que lo sustentaron, alimentó la ideología racial y colorista de Duvalier. Este último se propuso la emergencia de una inteligencia negra frente a la dominación mestiza. Su reconceptualización de la historia del país con base a la ideología de color implicó una perversión/desnaturalización del indigenismo de Jean Prince-Mars.  Duvalier interpretó la historia haitiana en términos de lucha de color, frente a la corriente socialista.

Referencia
Mezilas, G. (2011). África en la Historia de las Ideas en Haití. México: UNAM.

JEAN PRICE-MARS ÁFRICA EN AMÉRICA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones

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