martes, 20 de noviembre de 2012

Pensamiento Latinoamericano - José Martí y Nuestra América


El presente escrito es producto del análisis del artículo de José Martí “Nuestra América”. Y refleja una opinión personal frente al mismo.
El proceso psicohistórico que he vivido “Nuestra América” ha estado signado por profundas heridas en nuestra autoimagen y por supuesto en su correspondiente autoestima. En tal sentido desde el mismo momento de la penetración hispánica el nativo reaccionó ante la crueldad de la conquista, de diversas formas que van desde la confrontación física hasta la configuración de una personalidad que le permitía interactuar con el español de una forma pasivo-agresiva entorpeciendo las labores que realizaba para con el conquistador (Piñerúa, 2005-a). Hoy el conquistador no está, pero el nativo de “Nuestra América” sigue actuando de igual forma, entorpeciéndose a sí mismo y entorpeciendo su propio proceso de desarrollo. A este drama, responde el líder independentista cubano José Martí con la siguiente frase: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse”. Y este conocerse, implica necesariamente un proceso de autoaceptación que les permita sanar sus heridas.
Hijo de emigrantes españoles, su padre valenciano y su madre  de la isla de Tenerife, nace en Cuba en 1853. Como todos los hijos de estas tierras sus conflictos no se hacen esperar y en 1869 ingresa a la cárcel por ser solidario con su tierra natal y estar en contra de combatir a los independentistas. Por gestiones de sus padres es deportado a España, donde comienza a cursar estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de Licenciado en Derecho Civil, así como también obtiene una Licenciatura en Filosofía y letras. Luego pasa a Francia donde vive poco tiempo. Regresa a América vía Nueva York para luego establecerse en México, donde se une en matrimonio con la cubana Carmen Zayas Bazán en 1877, antes estuvo en Guatemala como catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía, donde regresa en 1878.
Su experiencia como emigrante y transeúnte le permitió tener una visión de sí mismo y de sus coterráneos desde adentro, desde el viejo continente y desde otras ópticas latinoamericanas. Al respecto Martí nos señala que “¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y le dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel?. En este señalamiento se hace notar en el latinoamericano una imagen ego distónica, entendida ésta como aspectos del pensamiento, impulsos, actitudes y comportamientos que perturban al propio individuo (Piñerúa, 2005-b).
Producto de esta percepción de sí mismos los latinoamericanos, según José Martí, actúan como sietemesinos y “A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás”.
Este sentimiento de inferioridad transmitido al indígena inicialmente y luego al negro era propio del conquistador español que a su vez se sentía inferior ante los españoles del continente, pues ellos mismos habían llegado a estas tierras bajo la condición de desplazados, españoles de tercera, que no tenían una ubicación digna dentro de su sociedad de origen (Piñerúa, 2005-a).
Así como mencionamos anteriormente es fundamental para el latinoamericano conocerse, porque “Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento es el único modo de liberarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia.” Y aquí Martí no está negando el conocimiento universal, todo lo contrario, lo coloca en una perspectiva lógica a nuestra realidad. Lo que implica conocerse a sí mismos en una primera instancia, para reafirmar nuestra identidad, nuestra autoestima y a partir de ellas perfilar nuestro futuro. Esto lo reafirma cuando nos dice “La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglo de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. El buen gobernante en América no es el que sabe cómo  se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país”. De esta manera “El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”
En este orden de ideas, continua Martí, “El genio hubiera estado en hermanar, con la claridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar el indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella”. Solo de esta manera pueden cicatrizar sanamente nuestras heridas psicohistoricas, integrando lo que somos sin rencores y con la seguridad de saber quiénes somos. Solo así se puede superar el odio, ya que “Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa e inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. «¿Cómo somos?» se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son”.
En este proceso de conocernos, reconocernos y sanarnos continua Martí: “No hay odio de razas, porque no hay razas. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomenta y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un periodo de desorden o de precipitación del carácter acumulado del país, troncarse en amenaza grave  para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores”.
En este análisis como podemos notar Martí no se queda en mostrarnos el problema y la crítica del mismo, sino que nos invita a su solución señalándonos el camino necesario del autoconocimiento y la superación del trauma, el odio y la división, diciendo no a la discriminación de cualquier tipo. Al respecto podemos señalar experiencias foráneas tan duras como las nuestras como es el caso de Sudáfrica  que a pesar de los odios acumulados durante muchísimos años, la superación del Apartheid se dio a través de una vía conciliatoria, cuando a través de la guía de un líder positivo, el presidente Nelson Mandela, se logró instituir la convivencia pacífica y la reconciliación en una sociedad profundamente dividida, llena de resentimientos entre grupos sociales antagónicos. Se logró así un país pacificado, con una economía en crecimiento, con los mayores niveles de prosperidad y progreso en el denominado “Continente Negro”. Un país con problemas, sin duda alguna, pero encaminado a resolverlos (Jaimes, 2012).
Por último no podemos dejar de señalar el pensamiento de Martí que nos dice “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud”.

Referencias
Jaimes, H. (2012). Mejorando la Raza. Caracas: Gráficas Lauki.
Martí, J. (1891). Nuestra América. México: La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891. El Partido Liberal.
Piñerúa, F. (2005-a). Mensajes Brujos y La Personalidad del Venezolano. Caracas: La Casa Tomada.
Piñerúa, F. (2005-b). Imagen del Indígena Venezolano. Caracas: La Casa Tomada.

JOSÉ MARTÍ Y NUESTRA AMÉRICA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia

4 comentarios:

  1. es muy bueno, me ayudo mucho para mi trabajo, gracias

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    1. Que gusto saber que te fue de ayuda Andrea. Saludos y te invito a seguir investigando el tema.

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  2. como feminista lesbiana, me encanta martí!! elida aponte sanchez

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