La vida sexual de los
pueblos antiguos está vinculada de un modo estrecho con la vida social y
sagrada de la comunidad. En torno a su vida sagrada el arte mochica presenta un
conjunto amplio de representaciones de actividades sexuales, que incluyen
cópulas entre seres humanos y seres con rasgos sobrenaturales o divinidades.
Un tema recurrente es la
unión de una pareja con rasgos ancestrales. De esa unión nace un árbol de la
vida, del cual crecen frutos vinculados a las actividades rituales.
En algunos cuencos, el
cuerpo de la mujer fue modelado de tal manera que una vulva agrandada fuera el
orificio de ingreso y salida de los líquidos. En estas vasijas la posición del
cuerpo femenino es semejante a la que adopta la mujer en el parto pero también en el acto sexual. Si se vierte
líquido en el cuenco este desaparece absorbido por el cuerpo de la mujer, que
absorbe el cuenco seco, y el interior del cuerpo humedecido.
El cuerpo de la mujer será
equiparado con el mundo inferior, el mundo de la tierra que se fertiliza para
que vuelva a dar los frutos.
En las vasijas de cerámica
se plasmaron la vida ritual y la mitología de los mochica, y también un
detallado conocimiento del mundo y de las relaciones entre los seres que lo habitan.
Las actividades sexuales representadas en estas vasijas se refieren a estas
relaciones e interacciones.
Así como se unen los dioses, en el mundo terrenal los
seres humanos y los animales se unen para procrear, insertándose en el ciclo de
la vida.
La unión de parejas
ancestrales ha sido plasmada en el arte de las diversas culturas precolombinas
desde tiempos muy antiguos. En algunas de las piezas se observan detalles que
indican el alto estatus de los personajes, como la pintura facial.
En el arte mochica se
representó a seres humanos realizando actos sexuales que no llevan a la
fecundación, como felaciones y sexo anal, actividades que vinculan al mundo de
los vivos con el mundo de los muertos.
La finalidad de estas
acciones no es la fecundación, sino la emisión de semen, que es el líquido que
fertiliza y que debe ser ofrecido a la
tierra, donde precisamente habitan los muertos.
Los muertos son mostrados
como seres activos sexualmente, interactuando entre ellos y también con los
vivos.
En cuanto a su vida social
profana, nada escandalizó más a los conquistadores incas y españoles que el
prevalecimiento de la sodomía entre los yuncas de la costa (“Yuncas” era el
término amplio y genérico utilizado por los incas para designar a todos los
habitantes de la tierra cálida pero también quienes vivían en las selvas eran
llamados “yuncas”, por lo que los españoles para distinguirlos los denominaban
“yuncas de la costa” a los mochicas y chimú). Al realizar los incas la
conquista de aquellos en 1460-1470, encontrándolos inclinados, en su mayoría, a
la copulación anal, que era practicada con hombres y mujeres.
El prevalecimiento de la
sodomía prosiguió hasta el siglo XVII, en que los misioneros españoles pusieron
fin a la idolatría. “los indios de estos valles de la costa – escribió el padre
Calancha - son muy inclinados a la sodomía. Hubo un tiempo en que la
practicaban con hombres, ahora lo hacen con mujeres. Esconden su vicio bajo la
capa del matrimonio y mediante esta forma de sensualidad evitan la generación
humana”.
Pocos pueblos han dejado a la
posteridad un ejemplo tan gráfico y objetivo de su vida sexual como los Moche y
los Chimú. Las diferentes posiciones para realizar el amor, la complicación
desplegada durante el mismo y el amplio juego de la imaginación para
incrementar el deseo sexual, son extraordinarios. A estas representaciones
cerámicas no es posible llamarla pornografía, ya que su función, al ser
enterrada con los muertos, era hacer una crónica de su vida. Ciertamente, la
mochica no fue la primera cultura
costera en representar temas de carácter sexual; lo mismo se dio en la cerámica
chavín, gallinazo, salinar y viru; grupos estos de los cuales los mochica fuero
herederos culturales. Pero ninguna de ellas iguala el realismo del trabajo
mochica.
Otro rasgo interesante del
arte erótico mochica es que la mujer era la alfarera y por tanto las cronistas
de su vida sexual. Como la mayoría de la cerámica se hacía en moldes, la mujer
muy bien podía realizar esa labor en su tiempo libre.
La cerámica mochica nos proporciona
interesantes detalles sobre sus costumbres sexuales. La posición para hacerse
el amor siempre sobre una manta, de la cual un extremo se enrollaba para formar
una almohada en la cual la mujer apoyaba la cabeza. En su mayor parte, las
figuras los muestran desnudos; en otras están ocultos bajo una manta de vivos
colores, pero que de todos modos revela sus órganos sexuales. Allí se ve a un
joven copulando con una anciana; a un anciano con una joven, cosa observable
por los surcos en el rostro. Casos de multiplicidad: dos hombres con una mujer.
Hay también casos en que la mujer complace al hombre por medio de la
masturbación, como también relaciones lésbicas. La felación era la expresión
sexual dominante, después de la anal.
Referencia
Von Hagen, V. (1974). Los Reinos Desérticos del Perú. México:
Diana.
SEXUALIDAD
MOCHICA
AUTOR: Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA:
Félix
Piñerúa Monasterio
que raios
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