América sigue siendo un
misterio, aun para los americanos, y aunque los arqueólogos han demostrado que
el Homo sapiens ocupó Beringia antes de 30.000 años, durante la última glaciación.
Un modelo de 2007, conocido como la "Hipótesis de parada de Behring"
se basa en el análisis de ADN mitocondrial de muestras de los nativos
americanos y siberianos actuales. El modelo sugiere que los ocupantes aislados
de Beringia migraron al final del máximo glacial para evitar la inundación de
la región a medida que el nivel del mar comenzó a aumentar.
Existen otras hipótesis
como la de la “Navegación Costera”,
que considera que el hombre fue costeando América hace 18.000 años y aunque no hay pruebas debido a la subida del
mar +/- 125 m, se sustenta en parte en el hallazgo del Hombre de Kennewick,
“el antiguo” como lo llaman los indígenas norteamericano, hace 8.500
años y quien llevaba un estilo de vida costero, sustentado en el consumo de
focas, aunque sus restos se encontraron en el interior de Nebraska.
Debemos
señalar que los restos materiales y humanos más antiguos no se han encontrado
en el norte del continente, sino en el sur. Si bien la cultura Clovis,
caracterizada por las puntas de piedra Clovis y ubicada en el sur de EEUU, de
hace 13.000 años, fue considerada a mediados del siglo XX
como la cultura indígena más antigua del continente americano, cuya época
corresponde a los últimos años de la glaciación de Würm o
Wisconsin (la última Era de hielo). Es en Yucatán donde se consiguen
los restos humanos más antiguos del continente, la mujer de Naharon o Eva,
quien vivió hace 13.500 años. Adicional a esto los cráneos de Eva y el hombre
de Kennewick son morfológicamente más
cercano a los polinesios (norte de Japón), caracterizados como cráneos largos y
estrechos. Mientras que los actuales indígenas americano tiene cráneos anchos y
redondos, no obstante, comparten el mismo ADN con “el antiguo” y Eva.
El
primer horizonte cultural conocido como Paleoindio, caracterizado por desarrollar las
primeras herramientas de piedra, así como las bases de la diversidad étnica y
lingüística de América. Integrada por grupos de cazadores-recolectores que se
asientan especialmente en abrigos rocosos y como ya señalamos no se sabe con
precisión cuándo se produjo el primer paso hacia América, se acepta que provino
principalmente de Asia y avanzó por Alaska, al menos en dos oleadas bastante
separadas en el tiempo (entre 42.000 y 21.000 años a.C. una y entre
10.500-4.000 años a.C. la segunda).
Pertenecientes al Paleoindio entre
los yacimientos arqueológicos más antiguos tenemos el de Pedra Furada,
30.000 a.C., ubicado en Brasil, donde se encuentra arte rupestre, propulsores y
dardos, pero no arcos ni flechas. Dientes humanos datado por espectrometría
de masas en 12.210 años. Un cráneo incompleto y 29 diente humanos datados
por termoluminiscencia en 14.100 años adP y según el método de luminiscencia
óptica en 24.000 años adP. Y la Cultura Monte Verde, 16.500
a.C., de Chile, en
la región de Los Lagos donde se evidencia la existencia de un grupo
humano que habitó a lo largo de las playas y bancos de arena y grava de un
pequeño arroyo quienes construyeron viviendas, artefactos de madera, se
alimentaban de vegetales como la papa silvestre, y de animales como
mastodontes, representantes de la megafauna sudamericana, como alimento de
carroña o de caza, evidenciando una adaptación humana temprana al bosque
templado húmedo.
Entre
el Paleoindio y el Neoindio encontramos culturas como la Valdivia,
3.500 – 1.800 a. C., quienes se
asentaron en la costa occidental del Ecuador, en la Península de Santa
Elena, en el estuario del río Guayas. Los valdivianos siguieron las tradiciones
de la caza, la pesca y la recolección de moluscos, sin embargo, fueron
ceramistas que fabricaron figurillas femeninas, las más antiguas de piedra y
luego de barro.
Luego tenemos el Neoindio,
3.000 a.C., que se
caracteriza por el establecimiento de la agricultura y otras
prácticas (por ejemplo: cerámica y establecimientos sedentarios) y
técnicas de subsistencia características de las primeras civilizaciones. Perteneciente
a este horizonte cultural tenemos a la ciudad de Caral, 3.000 – 1.800 a.C., considerada la
civilización más antigua de América y situada en el valle de
Supe, 200 kilómetros al norte de Lima, Perú. Fue contemporánea de otras
civilizaciones como las de China, Egipto, India y Mesopotamia; este sitio tuvo
una organización teocrática, y estuvo rodeada por otras civilizaciones
enmarcadas en lo que se denomina «sociedad aldeana». También tenemos a la Cultura
Tiahuanaco, 1.500 – 800 a.C., ubicada en el altiplano boliviano.
Basaba su economía en la agricultura y la ganadería, y que abarcó los
territorios de la meseta del Collao, entre el occidente de Bolivia, el sur del
Perú, el norte de Argentina y el norte de Chile, regiones desde las cuales
irradió su influencia hacia otras civilizaciones. La consideraban como la
cultura madre de un antiguo imperio megalítico que se expandió por todos los
Andes. Entre ellas y con cierta prudencia podríamos nombrar a la Cultura
San Agustín, 1.000 a.C. – 1.500 d.C., Cultura Tierradentro, 1.000 a.C., y Cultura Muisca o Chibcha, 1.000 a.C. – 1.600
d.C., ubicadas en Colombia, la Cultura Tafí, 300 a.C – 600 d.C., en Argentina.
Mucho más cercanas en el tiempo, pero también herederas de la construcción en
piedra y de políticas más expansionista tenemos a la Cultura Wari, 700 –
1.200 d.C., que floreció en el centro de los Andes
peruanos. La ciudad más grande asociada con esta cultura es Wari, que
fue centro de un imperio que cubría la mayor parte de la sierra y la costa
del Perú. Estableció centros arquitectónicos distintivos en muchas de sus
provincias, tales como Cajamarquilla o Piquillacta. Junto al Imperio
incaico son las dos únicas culturas consideradas «imperiales» en el hemisferio
sur. Y la Cultura Inca, 1.200 – 1.532
d.C., que se expandió desde el Perú a Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia y
Argentina. Fue un Estado que logró sintetizar los
conocimientos artísticos, científicos y tecnológicos de sus antecesores.
Basados en un concepto de expansión del Estado, el Tawantinsuyo (Imperio
inca) recogió aquellos conocimientos y los potenció.
Ligadas a la construcción en
adobe y probables herederas de Caral, tenemos a la Cultura Chachapoya, 700 – 1.500 d.C., Cultura
Nazca, 100 - 800 d. C., Cultura Moche, 200 - 600 d.C., Cultura
Lambayeque o Sicán, 900 – 1.400 d.C., y Cultura Chimú, 1.000 y 1.400 d.C.,
todas ellas en Perú.
En
centro América surge como cultura madre la Cultura Olmeca, 1.200 – 400
a.C., la más antigua de esta parte del continente. La civilización
olmeca se constituyó principalmente alrededor de 3 centros ceremoniales: San
Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, además de manifestarse en otros sitios como
Laguna de los Cerros. Herederas de los olmeca esta la Cultura
Maya, 1.500 a.C. – 1.521 d.C., ubicada en México, Guatemala, Belice, Honduras y
el Salvador. La civilización maya se ha
dividido en tres amplios períodos principales: el Preclásico, Clásico (300 a.C.,
donde surgen las grandes ciudades) y Posclásico, los cuales fueron
precedidos por el Período Arcaico, en el que los primeros pueblos se asentaron
y se desarrolló la evolución inicial de la agricultura, para luego desarrollar
una de las culturas mesoamericanas más importantes. Siguiendo un
orden cronológico se van desarrollando la Cultura Zapoteca, 500 a.C. – 1000
d.C., Cultura Cuicuilco, 500 a.C. a 200 d.C., Cultura Teotihuacán, 100 a.C. –
150 d.C., Cultura Tolteca (900 a 1200 d.C., y la Cultura Azteca o Mexica, 1.215
– 1.521 d.C.
Entre sur América y centro
América tenemos la Cultura Coclé, 700 – 1000 d.C., en Panamá, que en muchos
aspectos es totalmente diferente a otras culturas americanas, en otros aspectos
muestra notable similitud con culturas tales como la nicoya, maya y
pre-incaica. Hay razones para considerarla una de las más antigua culturas de
América del Sur y América Central.
Son muchas las culturas que
por motivos de tiempo y lo amplio del tema no hemos mencionado. En este primer
encuentro solo quiero resaltar lo interesante y fascinante del tema para
futuras conversaciones.
No puedo terminar este escrito
sin agradecer a Doña África Malo de Molina por la oportunidad y a Don Francisco
Masso por haber sido el puente indispensable para que esta conferencia se diera.
CULTURAS
PRECOLOMBINAS
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRONICO: Trinemily Gavidea
FOTOGRAFÍA: Félix
Piñerúa Monasterio y Mapi Gil
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