La hipótesis de la caza sugiere que el hombre
evoluciono como carnívoro. Raymond Dart estaba convencido desde el comienzo que
el Australopithecus por los elementos
de juicio que ofrecían la dentición y el ambiente estéril, que en ninguna época
podía haber tenido bosques ni frutos, era carnívoro y cazador. Pero nuestro
pasado como cazador no sólo había engendrado los placeres de la caza o nuestra vigorosa
inclinación por las armas; también hemos heredado las cualidades de la
cooperación, la lealtad, la responsabilidad y la interdependencia: una visión
del mundo que el primate vegetariano nunca podía tener. Y sin estas
innovaciones el hombre nunca podía haber llegado a ser hombre.
Hoy
estamos convencidos de que la relación del consumo de carne con la evolución
de la especie humana viene de antiguo. La principal teoría apunta que esa dieta
está intrínsecamente relacionada con el desarrollo de un cerebro creciente, que necesitaba tejidos y
grasa para su desarrollo. Ahora, además, un grupo de investigadores apunta que
este alimento permitió adelantar del
destete de las crías, favoreciendo un aumento de la población que
afectó a la expansión de la especie por el planeta.
Para
llegar a esta conclusión, los investigadores, de la Universidad de Lund, en
Suiza, han realizado un estudio comparativo entre 67 especies de mamíferos, entre ellas
monos, ratones, ballenas, osos o seres humanos, cuyas conclusiones publican en
PLoS ONE.
Aseguran
que el hecho de que los humanos primitivos se hicieran carnívoros (los
chimpancés ya consumen pequeños animales, aunque son principalmente herbívoros)
favoreció una dieta de más calidad que permitió a las madres aumentar su prole.
"Esto debió tener un impacto crucial en la evolución", asegura Elia
Psouni, responsable del estudio.
Unos
restos fósiles encontrados por el
equipo español que trabaja en Olduvai (Tanzania) confirman
que la carne ya era un plato fundamental del menú humano hace casi dos millones
de años y que su carencia provocaba enfermedades y muerte.
La
duración media del amamantamiento entre las 46 sociedades humanas estudiadas
por los suizos varía entre los dos
años y los cuatro meses, un periodo que es muy corto para una vida que,
en su tope máximo, puede alcanzar los 120 años. Y aún lo parece más si se
compara con el de los parientes más cercanos, los chimpancés, que no destetan a
sus crías hasta que tienen cuatro o cinco años, pese a que no viven más de 60 años.
Las
explicaciones de este hecho han sido muy diversas y muchas se basan en
hipótesis sobre el comportamiento social de la especie, el parentesco y la
familia.
El equipo
suizo ha comprobado que todos los mamíferos, a lo largo de sus 90 millones de
años de existencia, han dejado de
amamantar cuando el cerebro alcanzaba una determinada fase de su desarrollo.
Y ese punto lo alcanzan antes los carnívoros (es decir, los que reciben al
menos el 20% de su energía de la carne) que los herbívoros u omnívoros, debido
a que es una dieta de más calidad.
Por lo
tanto, concluyen en este trabajo, la diferencia entre el primate humano y los
gorilas o los chimpancés, en cuanto al destete, también se debe a que el primero es más carnívoro. Psouni
reconoce que es una tesis provocativa, pero que "no siempre hay que buscar
la cultura por debajo de comportamientos que tienen que ver más bien con la
biología".
La
investigadora está convencida de que este hecho favoreció un aumento de las poblaciones humanas que
fue clave en la expansión de aquellos primitivos homínidos fuera de África.
El
hallazgo del arqueólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo, codirector del
Instituto de Evolución en África (IDEA), con sede en Olduvai, consiste en un
fragmento del cráneo de un niño de
dos años que presenta una patología producida por falta de vitaminas que hay en
la carne. "Esto indica que ya hace más de millón y medio de años
formaba ya parte fundamental de la dieta de la especie y, por ello, cuando no
la había, se sufrían daños".
De hecho,
conseguirla se convirtió en uno de los objetivos fundamentales de los humanos
prehistóricos, ya fuera carroñeando la que dejaban otros grandes carnívoros o
cazando.
No
obstante, tanto Psouni como Rodríguez-Rodrigo apuntan que este pasado carnívoro
no justifica el consumo que hoy se hace. "Hoy existen alimentos con similares propiedades a las de la carne que
son buenos sustitutos de ella, pero que no había en la sabana africana".
Psouni,
por su parte, asegura que su investigación "no tiene que ver nada con el hecho
de si los humanos dejan de comer carne o no en la actualidad".
Comer
carne y grasa con exceso es para
los humanos del siglo XXI un auténtico problema: no sólo genera
problemas graves de salud, al generar enfermedades cardiovasculares y obesidad,
sino que tiene un insostenible
coste medioambiental en el planeta: producir cada kilo de carne (y
se hace casi de forma industrial) supone un gasto de entre ocho y 10 kilos de
grano.
Referencias
Ardrey, R. (1978). La Evolución del Hombre: La Hipótesis del Cazador.
Madrid: Alianza.
El Mundo.es 19/04/2012
LA HIPÓTESIS DEL CAZADOR HOY
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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