sábado, 27 de enero de 2018

Historia Regional


En opinión del historiador venezolano Arístides Medina Rubio (1995), la historia es la historia de los Hombres, y estos concretados históricamente en las sociedades -planetaria o mundial, continental supranacional, nacional, regional y local -establecen vínculos cognitivos y emocionales con el espacio donde desarrollan sus actividades. Son estos vínculos, con expresiones coherentes y particulares en cada una de las escalas en que las quisiera observar el historiador, los que producen la identidad local, regional, nacional o más, de los hombres objeto de la historia. Es por todo lo anterior, por lo que se dice que la historia es la memoria colectiva de los hombres, enmarcada siempre entre magnitudes de tiempo y espacio definidos. Y así entendido, la reconstrucción e interpretación con la que pretendemos comprender y explicarnos los hechos y los fenómenos del pasado, puede entonces expresarse en muchas escalas -desde la microhistoria o historia parroquial hasta la historia mundial o universal- siendo todas ellas absolutamente válidas.
En relación a la historia regional y local, para Medina Rubio esta se refiere en principio a historias de regiones y localidades. Estas, aunque no iguales, mantienen una estrecha relación. Entendiendo como historia regional a varias formas y expresiones que pueden referirse a regiones y localidades, Estados, Provincias, Distritos y Municipios e incluso hasta unidades de producción. Así entendida, la historia regional abordaría problemas de identidades y ritmos de regiones y localidades y su nota procedimental dominante sería el micro análisis, es decir el examen a escala de espacios siempre menores que los conjuntos nacionales.
El mexicano Luis González y González (2010), nos habla de historia local o microhistoria, entendiendo por ello el estudio histórico que se haga de objetos de poca amplitud espacial. Minisociedades definidas a partir de la patria chica o matria, el terruño (espacio abarcable de una sola mirada, población corta y rustica, mutuos conocimientos y parentescos entre los pobladores, fijación afectiva al paisaje propio, régimen político patriarcal o caciquil, patrono celeste y fiesta del santo patrono, sistema de prejuicios no exentos de peculiaridades).
El saber microhistórico se dirige al hombre de carne y hueso, a la resurrección de los antepasados propios, de la gente de la casa y sus maneras de pensar y vivir. Por otra parte, la microhistoria se interesa en todos los aspectos de las minisociedades. Es la forma en que se ha transitado del pasado a la situación presente (González y González en Hernández. 2005: 205).
Para Troconis (2010), la microhistoria se ocupará de todo lo relacionado con las creencias, ideas y sentimientos religiosos del hombre, así como también de sus prácticas idolátricas o de simbiosis cultural que ha logrado en este sentido. Es posible estudiar en ella una región, un pueblo, una parroquia, un lugar, o también un sector determinado dentro de un grupo mayor; de allí que el estudio de una minoría podría ser microhistoria.
Historia Regional. Es la que tiene como objetivo fundamental el de llevar a cabo el estudio de la región, el de ser capaz de dar cuenta explicativa de ese objeto de estudio que en este caso sería esa misma región. Y la región es evidentemente un objeto de estudio que tiene dimensiones mayores a las de la simple localidad, a las de la historia local, y en ese sentido, su objeto fundamental difiere igualmente de esa microhistoria mexicana o historia local (Hernández. 2005: 197).
La historia regional está relacionada con la idea de que existen dentro del conjunto de un país una serie de zonas con características económicas y sociales propias (González y González en Hernández. 2005: 198).
Cada región tiene que ver con el tiempo histórico que le ha tocado vivir y, por lo tanto, es el tiempo histórico que el investigador decide intervenir, donde las condiciones de cada región cambian de manera notable (Martínez Assad en Hernández. 2005: 200).
La frontera no necesita ser impermeable y, por otro, no es necesariamente congruente con las divisiones políticas o administrativas o con los rasgos topográficos (Van Young. 1991: 3).
El concepto de región esencialmente “espacializa” las relaciones económicas, y el de clase social hacen globalmente lo mismo, sustituyendo la metáfora de espacio social por aquella de distancia reales de espacio físico. Además, los sistemas regionales y de clases sociales comparten al menos otras tres características comunes interrelacionadas. Demuestran diferenciación, es decir, diferencias funcionales entre sus partes o grupos componentes. Demuestran jerarquía, o sea, relaciones de poder asimétricas dentro del sistema. Finalmente, exhiben la característica de la articulación, es decir, cierta clase de interacción predecible entre los elementos que constituyen el sistema. Así los modos de análisis regional y de clases se interceptan en formas significativas, de modo que se pueda hablar de estructuras sociales peculiares de ciertos tipos de regiones (Van Young. 1991: 5 y 6).
Las economías y sociedades regionales resultan bastante diferentes entre sí según si están ligadas a los mercados internos o externos. Por lo tanto, algunas regiones pueden verse centradas en ciudades. Otras pueden ser descritas como agrupamientos o ramilletes de unidades productivas o de empresas vinculadas con un mercado externo en una forma cualitativamente semejante y en las cuales la regionalidad está definida menos por la complementariedad que por una especie de similitud fenomenológica. Por último, hay una conexión inversa entre la polarización espacial y la social, dándose que la complejidad produce complejidad y la simplicidad, simplicidad (Van Young. 1991: 7).
Microhistoria Italiana. El objetivo de esta microhistoria no es el de estudiar las cosas pequeñas, ni las pequeñas anécdotas, ni tampoco los pequeños procesos. Parten de hipótesis macrohistóricas y de problemas macrohistóricos, y luego descienden a nivel “micro” para usarlo sobre todo como espacio de experimentación historiográfica, es decir, como un lugar donde someten a prueba las hipótesis macrohistóricas, pero siempre para retornar finalmente al nivel macrohistórico, que es el que verdaderamente les interesa. Así, lo que quieren es reformular hipótesis macrohistóricas más sutiles, más complejas, más elaboradas y más capaces de dar cuenta de los hechos y procesos reales que estudian, apoyándose para eso en ese experimento macrohistórico referido (Hernández. 2005: 196).
La microhistoria italiana se subdivide en dos subramas, la primera se ha dedicado a trabajar la historia económica, la historia social y la historia demográfica, entre otras, mientras que la segunda subrama se ha dedicado sobre todo y principalmente al cultivo sistemático del campo de la historia cultural. Con respecto a esta segunda subrama Carlos Ginzburg propone un nuevo modelo histórico cultural que trata de reconstruir la cultura de las clases subalternas desde su propia perspectiva (Aguirre Rojas en Hernández. 2005: 216 y 217).
Región Funcional. Es “un espacio preciso, pero no inmutable, inscrito en un marco natural dado, y que responde a tres características esenciales: los vínculos existentes entre sus habitantes, su organización en torno a un centro dotado de cierta autonomía; y su integración funcional en una economía global”. La región es un espacio polarizado que se organiza en torno a una ciudad-metrópoli (Kayser. 1966 en Briceño 1998: 12).
La región funcional está vinculada al proceso de industrialización y urbanización propio del mundo capitalista, e implica autonomía económica y autocrecimiento, concentración de capitales y de inversiones. Dispone de una infraestructura idónea, tiende a la concentración y “debe crear en el interior de la zona, las condiciones y las estructuras de una expansión interna” (Briceño. 1998: 13).
Región Histórica. Es un espacio que gira en torno a una ciudad, con una dinámica propia que lo hace singular y coherente, con una personalidad definida, cuyos habitantes han tejido vínculos y nexos de solidaridad a lo largo del tiempo, así como un sistema de valores y representaciones sociales, que se expresan en una conciencia y un sentimiento de pertenencia a esa tierra (Briceño. 1998: 15).
 Tiene una connotación especialmente antrópica, de carácter cultural, que si bien considera la actividad económica y comercial como elemento dinamizador de un espacio en la formación de este tipo de región, no es lo que la determina. Serán los nexos de pertenencia, las afinidades, las prácticas sociales, lingüísticas, internalizadas en el trascurrir del tiempo (Ob. cit).
“La región histórica nace de un dilatado pasado vivido en común por una colectividad que ocupe un territorio, ya que por varias generaciones los hombres se han guiado por las mismas reglas, han experimentado las mismas vicisitudes históricas…, y de ahí el nacimiento de unas costumbres y, a veces de una voluntad de vivir colectiva que da su identidad al grupo de personas que viven en dicho territorio” (Dollfus en Medina. 2010: 30). Es así como el discutido criterio de región, se constituye en un nuevo acicate para el historiador que lo quiere ser de las localidades, las comarcas y regiones (Medina. 2010: 31).
Otro concepto asociado, desde la antropología, a los anteriores es el de identidad étnica, que es la forma en que cada pueblo (representada y reproducida en cada individuo en cuanto a categoría de adscripción) se articula con la de otros pueblos constituyendo un sistema en interrelación, donde los intercambios culturales fluyen de uno a los otros sin eliminar la diferencia auto- y hetero-atribuida. Existiría así una flexibilidad en las atribuciones de características diferentes al “otro”, dependiendo del sistema de alianzas y relaciones activados en un momento dado (Amodio. 2011: 22).

Referencias
Amodio, E. (2011). Relaciones Interétnicas e Identidades Indígenas en Venezuela. Caracas: Archivo General de la Nación.
Briceño, T. (1998). De la Ciudad Colonial a la Región Histórica. Tiempo y Espacio. Vol. XV. Caracas: Instituto Pedagógico de Caracas.
González, L., Medina, A., Santaella, R., Troconis, E., Cardozo, G., Ortega, R. y Chamorro, M. (2010). Historia Regional: Siete ensayos sobre teoría y método. Caracas: Tropykos.
Hernández, C. (2005). Mesa Redonda: Microhistoria Mexicana, Microhistoria Italiana e Historia Regional. Zamora: Colegio de Michoacán.
Medina Rubio, A. (1995). Introducción a la Historia Regional. Caracas: Concejo Nacional de la Cultura.
Van Young, E. (1991). Haciendo Historia Regional: Consideraciones Metodológicas y Teóricas. México: Instituto Mora/UAM.

HISTORIA REGIONAL
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio

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