En opinión del historiador venezolano Arístides
Medina Rubio (1995), la historia es la historia de los Hombres, y estos
concretados históricamente en las sociedades -planetaria o mundial, continental
supranacional, nacional, regional y local -establecen vínculos cognitivos y
emocionales con el espacio donde desarrollan sus actividades. Son estos
vínculos, con expresiones coherentes y particulares en cada una de las escalas en
que las quisiera observar el historiador, los que producen la identidad local,
regional, nacional o más, de los hombres objeto de la historia. Es por todo lo
anterior, por lo que se dice que la historia es la memoria colectiva de los
hombres, enmarcada siempre entre magnitudes de tiempo y espacio definidos. Y así
entendido, la reconstrucción e interpretación con la que pretendemos comprender
y explicarnos los hechos y los fenómenos del pasado, puede entonces expresarse
en muchas escalas -desde la microhistoria o historia parroquial hasta la
historia mundial o universal- siendo todas ellas absolutamente válidas.
En relación a la historia regional y local, para Medina Rubio esta se refiere en
principio a historias de regiones y localidades. Estas, aunque no iguales,
mantienen una estrecha relación. Entendiendo como historia regional a varias
formas y expresiones que pueden referirse a regiones y localidades, Estados,
Provincias, Distritos y Municipios e incluso hasta unidades de producción. Así
entendida, la historia regional abordaría problemas de identidades y ritmos de
regiones y localidades y su nota procedimental dominante sería el micro
análisis, es decir el examen a escala de espacios siempre menores que los
conjuntos nacionales.
El mexicano Luis González y González
(2010), nos habla de historia local
o microhistoria, entendiendo por ello el estudio histórico que se haga
de objetos de poca amplitud espacial. Minisociedades definidas a partir de la
patria chica o matria, el terruño (espacio abarcable de una sola mirada,
población corta y rustica, mutuos conocimientos y parentescos entre los
pobladores, fijación afectiva al paisaje propio, régimen político patriarcal o
caciquil, patrono celeste y fiesta del santo patrono, sistema de prejuicios no
exentos de peculiaridades).
El
saber microhistórico se dirige al hombre de carne y hueso, a la resurrección de
los antepasados propios, de la gente de la casa y sus maneras de pensar y
vivir. Por otra parte, la microhistoria se interesa en todos los aspectos de
las minisociedades. Es la forma en que se ha transitado del pasado a la
situación presente (González y González en Hernández. 2005: 205).
Para
Troconis (2010), la microhistoria se ocupará de todo lo relacionado con las
creencias, ideas y sentimientos religiosos del hombre, así como también de sus
prácticas idolátricas o de simbiosis cultural que ha logrado en este sentido.
Es posible estudiar en ella una región, un pueblo, una parroquia, un lugar, o
también un sector determinado dentro de un grupo mayor; de allí que el estudio
de una minoría podría ser microhistoria.
Historia Regional. Es la que tiene como objetivo fundamental el de llevar
a cabo el estudio de la región, el de ser capaz de dar cuenta explicativa de
ese objeto de estudio que en este caso sería esa misma región. Y la región es
evidentemente un objeto de estudio que tiene dimensiones mayores a las de la
simple localidad, a las de la historia local, y en ese sentido, su objeto
fundamental difiere igualmente de esa microhistoria mexicana o historia local
(Hernández. 2005: 197).
La
historia regional está relacionada con la idea de que existen dentro del
conjunto de un país una serie de zonas con características económicas y
sociales propias (González y González en Hernández. 2005: 198).
Cada
región tiene que ver con el tiempo histórico que le ha tocado vivir y, por lo
tanto, es el tiempo histórico que el investigador decide intervenir, donde las
condiciones de cada región cambian de manera notable (Martínez Assad en Hernández.
2005: 200).
La
frontera no necesita ser impermeable y, por otro, no es necesariamente
congruente con las divisiones políticas o administrativas o con los rasgos
topográficos (Van Young. 1991: 3).
El
concepto de región esencialmente “espacializa” las relaciones económicas, y el
de clase social hacen globalmente lo mismo, sustituyendo la metáfora de espacio
social por aquella de distancia reales de espacio físico. Además, los sistemas
regionales y de clases sociales comparten al menos otras tres características
comunes interrelacionadas. Demuestran diferenciación, es decir, diferencias
funcionales entre sus partes o grupos componentes. Demuestran jerarquía, o sea,
relaciones de poder asimétricas dentro del sistema. Finalmente, exhiben la
característica de la articulación, es decir, cierta clase de interacción
predecible entre los elementos que constituyen el sistema. Así los modos de
análisis regional y de clases se interceptan en formas significativas, de modo
que se pueda hablar de estructuras sociales peculiares de ciertos tipos de regiones
(Van Young. 1991: 5 y 6).
Las
economías y sociedades regionales resultan bastante diferentes entre sí según
si están ligadas a los mercados internos o externos. Por lo tanto, algunas
regiones pueden verse centradas en ciudades. Otras pueden ser descritas como
agrupamientos o ramilletes de unidades productivas o de empresas vinculadas con
un mercado externo en una forma cualitativamente semejante y en las cuales la
regionalidad está definida menos por la complementariedad que por una especie
de similitud fenomenológica. Por último, hay una conexión inversa entre la
polarización espacial y la social, dándose que la complejidad produce
complejidad y la simplicidad, simplicidad (Van Young. 1991: 7).
Microhistoria Italiana. El objetivo de esta microhistoria no es el de estudiar
las cosas pequeñas, ni las pequeñas anécdotas, ni tampoco los pequeños
procesos. Parten de hipótesis macrohistóricas y de problemas macrohistóricos, y
luego descienden a nivel “micro” para usarlo sobre todo como espacio de
experimentación historiográfica, es decir, como un lugar donde someten a prueba
las hipótesis macrohistóricas, pero siempre para retornar finalmente al nivel
macrohistórico, que es el que verdaderamente les interesa. Así, lo que quieren
es reformular hipótesis macrohistóricas más sutiles, más complejas, más
elaboradas y más capaces de dar cuenta de los hechos y procesos reales que
estudian, apoyándose para eso en ese experimento macrohistórico referido
(Hernández. 2005: 196).
La
microhistoria italiana se subdivide en dos subramas, la primera se ha dedicado
a trabajar la historia económica, la historia social y la historia demográfica,
entre otras, mientras que la segunda subrama se ha dedicado sobre todo y
principalmente al cultivo sistemático del campo de la historia cultural. Con
respecto a esta segunda subrama Carlos Ginzburg propone un nuevo modelo
histórico cultural que trata de reconstruir la cultura de las clases
subalternas desde su propia perspectiva (Aguirre Rojas en Hernández. 2005: 216
y 217).
Región Funcional. Es “un espacio preciso, pero no inmutable, inscrito en
un marco natural dado, y que responde a tres características esenciales: los
vínculos existentes entre sus habitantes, su organización en torno a un centro
dotado de cierta autonomía; y su integración funcional en una economía global”.
La región es un espacio polarizado que se organiza en torno a una
ciudad-metrópoli (Kayser. 1966 en Briceño 1998: 12).
La
región funcional está vinculada al proceso de industrialización y urbanización
propio del mundo capitalista, e implica autonomía económica y autocrecimiento,
concentración de capitales y de inversiones. Dispone de una infraestructura
idónea, tiende a la concentración y “debe crear en el interior de la zona, las
condiciones y las estructuras de una expansión interna” (Briceño. 1998: 13).
Región Histórica. Es un espacio que gira en torno a una ciudad, con una
dinámica propia que lo hace singular y coherente, con una personalidad
definida, cuyos habitantes han tejido vínculos y nexos de solidaridad a lo largo
del tiempo, así como un sistema de valores y representaciones sociales, que se
expresan en una conciencia y un sentimiento de pertenencia a esa tierra
(Briceño. 1998: 15).
Tiene una connotación especialmente antrópica,
de carácter cultural, que si bien considera la actividad económica y comercial
como elemento dinamizador de un espacio en la formación de este tipo de región,
no es lo que la determina. Serán los nexos de pertenencia, las afinidades, las
prácticas sociales, lingüísticas, internalizadas en el trascurrir del tiempo
(Ob. cit).
“La
región histórica nace de un dilatado pasado vivido en común por una
colectividad que ocupe un territorio, ya que por varias generaciones los
hombres se han guiado por las mismas reglas, han experimentado las mismas
vicisitudes históricas…, y de ahí el nacimiento de unas costumbres y, a veces
de una voluntad de vivir colectiva que da su identidad al grupo de personas que
viven en dicho territorio” (Dollfus en Medina. 2010: 30). Es así como
el discutido criterio de región, se constituye en un nuevo acicate para el
historiador que lo quiere ser de las localidades, las comarcas y regiones
(Medina. 2010: 31).
Otro concepto asociado, desde
la antropología, a los anteriores es el de
identidad étnica, que es la forma en que cada pueblo (representada y
reproducida en cada individuo en cuanto a categoría de adscripción) se articula
con la de otros pueblos constituyendo un sistema en interrelación, donde los
intercambios culturales fluyen de uno a los otros sin eliminar la diferencia
auto- y hetero-atribuida. Existiría así una flexibilidad en las atribuciones de
características diferentes al “otro”, dependiendo del sistema de alianzas y
relaciones activados en un momento dado (Amodio. 2011: 22).
Referencias
Amodio,
E. (2011). Relaciones Interétnicas e
Identidades Indígenas en Venezuela. Caracas: Archivo General de la Nación.
Briceño,
T. (1998). De la Ciudad Colonial a la
Región Histórica. Tiempo y Espacio. Vol. XV. Caracas: Instituto Pedagógico
de Caracas.
González,
L., Medina, A., Santaella, R., Troconis, E., Cardozo, G., Ortega, R. y
Chamorro, M. (2010). Historia Regional:
Siete ensayos sobre teoría y método.
Caracas: Tropykos.
Hernández,
C. (2005). Mesa Redonda: Microhistoria
Mexicana, Microhistoria Italiana e Historia Regional. Zamora: Colegio de
Michoacán.
Medina Rubio, A. (1995). Introducción a la Historia Regional.
Caracas: Concejo Nacional de la Cultura.
Van
Young, E. (1991). Haciendo Historia
Regional: Consideraciones Metodológicas y Teóricas. México: Instituto Mora/UAM.
HISTORIA REGIONAL
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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