martes, 5 de febrero de 2013

Pensamiento Latinoamericano - Mariano Picón Salas y la Cultura


Nació en la ciudad de Mérida, Venezuela, el 26 de enero de 1901. Contrario al régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez, huye a Santiago de Chile, donde se gradúa de profesor de Historia y luego obtiene el Doctorado en Filosofía y Letras. Regresa a Venezuela en 1936, donde inicia su labor como docente y escritor. Se destaca por sus ensayos históricos, de crítica literaria y sobre la historia cultural de Hispanoamérica, los cuales lo hicieron merecedor de ser considerado como «El mayor ensayista del Siglo XX en lengua castellana». Junto con Rómulo Betancourt, Alberto Ravell y Luis Beltren Prieto Figueroa fundan la Organización Venezolana (ORVE) en 1936. Funda el Instituto Pedagógico de Caracas (1936), la Revista Nacional de Cultura (1939), la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad Central de Venezuela (1946), creador del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (1963). Se recibió como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia en 1947. Premio Nacional de Literatura (compartido con Arturo Uslar Pietri) en 1952. Muere en Caracas el 1 de enero de 1965.
Mariano Picón Salas estaba convencido de la necesidad de abordar una  historia cultural de Hispanoamérica a partir de la necesidad de “esclarecer la conciencia de lo que somos”, puesto que para él la historia era para “entender el pasado y definir las circunstancias y presiones en que vivimos y no para flotar en la borrasca de los hechos confusos; historia para esclarecer la conciencia de lo que somos”. Estas reflexiones son producto de que desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, aproximadamente entre 1880 y 1930. A partir de la tercera década del siglo pasado surge una nueva reflexión sobre la historia y la identidad hispanoamericanas que traspasa la cultura regional. Modernidad y cosmopolitismo son dos términos que designan el mismo lapso inicial en la historia de la cultura hispanoamericana propia. Como período que abarca el modernismo a partir de 1880 y al vanguardismo que lo continúa en los años de 1920.
Al respecto Mariano Picón Salas explica: “los grandes escritores del modernismo conocieron otra época distinta y se alimentaron de fábulas y mitos que ya no serían nuestros”, sin embargo como historiador comprende el momento y explica que “queríamos ser hombres de nuestra época y nos lanzábamos al naufragio de esta civilización, con la inconsciencia de quienes no tienen pasado. Nuestro nomadismo intelectual iba por todos los caminos sin detenerse en ninguno”. Esta opinión era compartida por el mexicano Octavio Paz quien señalo explícitamente que a fines del siglo XIX la literatura hispanoamericana dejó de ser un reflejo de la española, con cuya tradición rompieron bruscamente los poetas modernistas. El modelo peninsular se aferraba a su pasado tradicional, y los modernistas hispanoamericanos se encaminaron a buscar el presente en otras metrópolis. De ahí que Paz los considera también una “generación de desterrados”.
Ante esta necesidad de voltear la mirada hacia nosotros mismos el peruano José Carlos Mariátegui en 1925, se preguntaba si existía un “pensamiento hispanoamericano”. A lo que responde: “Todos los pensadores de nuestra América se han educado en una escuela europea. No se siente en su obra el espíritu de la raza. La producción intelectual del continente carece de rasgos propios”.
Mariano Picón Salas definía el patrón cultural aceptado para su momento como una “Cultura como elemento estático, transmisible de generación en generación con idéntica dosis y contenido”; más aún: “Cultura amurallada y firme en sus categorías aristotélicas o su clasificación baconiana”, que estaba siendo transmitida por una “universidad expositiva y de ningún tiempo”, es decir, una universidad sin conciencia de su momento histórico o, acaso, comprometida con un tiempo obsoleto.
Mientras que para él la “cultura en permanente formación”, era el modelo a seguir, una categoría enfrentada al concepto de Cultura no renovable de la tradición española, la “cultura amurallada”.
El escritor considera que “La cultura es la forma que extrae y elabora de su propia existencia histórica cada pueblo, cada raza; comienza en el momento en que lo que fue inorgánico se torna orgánico, lo informe adquiere forma, y sube a la luz de una conciencia radiosa hasta lo que fue instinto u oscuro retorcer subconsciente”
Mariano Picón Salas nos dice que: “El destino de América se suele mirar bajo la forma de dos mitos que me parecen igualmente peligrosos. Uno es el mito romántico de los que creen que la Cultura surge como la gracia, especie de don divino caído del cielo. Otros confunden –y son los más- la Cultura con el progreso material y con la obra de tecnificación que manos y capitales extranjeros realizan en nuestras ciudades suramericanas Pero una Cultura no se hace de inspiración o de abandono mesmérico, sino de voluntad y propósito”. Así la Cultura no surge como la gracia o de revelaciones divinas, no es una profecía; tampoco es progreso material, ni tecnificación, ni se debe a capitales financieros de inversión: “es producto de voluntad y propósito”.
En su libro De la Conquista a la Independencia. Tres siglos de Historia Cultural Hispanoamericana, publicado en 1944, se pregunta “Como se forja la cultura hispano-americana; qué ingredientes espirituales desembocan en ella, qué formas europeas se modifican al contacto del Nuevo Mundo, y cuáles brotan del espíritu mestizo”
Para luego en su obra Comprensión de Venezuela (1949) explicarnos que “una Cultura de impresiones y retazos no soldados y flotantes en nuestra realidad histórica extravía más que dirige al alma venezolana en la búsqueda de comprensión de sus propios fines”, por lo que para él ”toda autentica Educación, como autentica Cultura, solo tiene valor en cuanto se elabora en las profundidades del ser, en cuanto surge como voluntad y necesidad interna más que como mecánica imitación de lo que viene de fuera. Su carácter foráneo, inadaptado, es el mayor obstáculo que pesa sobre nuestro régimen educativo”.
En Regreso de tres mundos. Un hombre de su generación (1959) nos dice: “Cada hombre, cada generación, debe encontrarse con sus propios reveses y liberar su peculiar apuesta con el destino”. Por lo que para Mariano Picón Salas hay dos momentos en nuestra independencia. El primero, a fines del siglo XVIII, que impulso la independencia política, y el segundo, a fines del siglo XIX, que inicio la independencia intelectual y cultural, donde “lo extranjero también sirvió para descubrir lo nacional”.

Referencia
Rivera-Rodas, O. (2011). Picón Salas: Historia de la cultura y cosmopolitismo. Caracas: Fundación Celarg.

MARIANO PICÓN SALAS Y LA CULTURA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones

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