Francisco Xavier Clavijero |
El criollo era el español
nacido en América y en el curso del siglo XVIII los criollos empezaron a
redescubrir su tierra en una original literatura americana. Su patriotismo era
americano, no español, regional más que continental, porque cada uno de los
países tenía su identidad, observada por sus habitantes y glorificada por sus
escritores. Los intelectuales criollos en México, Perú y Chile expresaban y
nutrían una nueva conciencia de patria y un mayor sentido de exclusivismo.
Entre los primeros en dotar de expresión cultural al «americanismo» estaban los
jesuitas criollos expulsados de su tierra natal en 1767.
Escribían para desvanecer la
ignorancia europea acerca de sus países, y en particular para destruir el mito
de la inferioridad y degeneración de hombres, animales y vegetales en el Nuevo
Mundo. Buffon sostenía que la inmadurez americana se observaba en el puma, que
era más cobarde que el león; De Paw alegaba que los indios mexicanos sólo
podían contar hasta tres, por citar solo dos ejemplos. Para replicarles, los
exiliados criollos describieron la naturaleza y la historia de sus países, sus
riquezas y cualidades. Juan Ignacio Molina (1740-1829), el jesuita chileno
escribió un gran estudio de la geografía y la historia de chile “Compendio della storia geografica, naturale
e civile del regno del Cile” (1776), cuyo espíritu científico llamó la
atención de Europa. Molina tenía una clara inclinación procriolla y defendía a
sus compatriotas americanos. También fue indigenista señalando en “Saggio della storia civile del Cile”
(1787) «la índole, las costumbres y el armonioso lenguaje de sus antiguos
habitantes yacen tan ignorados como los maravillosos esfuerzos con que han
procurado defender su libertad, con tantas batallas como han dado desde el
principio de la conquista hasta nuestros días».
El novohispano Francisco Xavier
Clavijero (1731-1787) quien escribió su “Historia
Antigua de México” (1780), esta fue una historia escrita con rigor
científico y resalta las diferencias entre México y España, especialmente las
diferencias étnicas. Sostiene que una nacionalidad mexicana más homogénea se
podría formar por medio de un complejo mestizaje. Su obra fue continuada por
Andrés Cavo (1739-1803), que amplió el relato hasta el periodo colonial. Cavo
prologó su estudio con la esperanza de que esta historia «emprendida por amor a
mí patria quizá sea recibida favorablemente por mis compatriotas». Y también
trató del problema de la nacionalidad: «Si desde la conquista los matrimonios
entre ambas naciones hubieran sido promiscuos, con gran gusto de los mexicanos,
en el discurso de algunos años, de ambas se hubiera formado una sola nación».
Andrés Cavo |
Los jesuitas eran los
intérpretes de sentimientos regionalistas que ya habían arraigado en el
espíritu criollo. Y cuando los propios criollos expresaban su patriotismo,
habitualmente la hacían de forma más optimista que los exiliados. El período de
preindependencia vio la aparición de una literatura en la cual los americanos
glorificaban a sus países como una reacción natural contra los prejuicios
europeos y una etapa en el desarrollo cultural americano.
Una precondición del patriotismo es el
conocimiento, de manera que el Mercurio
(periódico bisemanal publicado en Lima entre 1791 y 1795) se ocupaba casi
exclusivamente del Perú: «El amor a la patria nos hace detestar aquel vicio de
preferir más los defectos extraños que los propios y nos facilita seguir el
orden que dicta la razón natural, prefiriendo el bien propio al ajeno». Pero el
peruano contenía diversos elementos, conservadores al igual que radicales, y
conflictivas nociones de patria: algunos lo consideraban compatibles con la
unidad imperial; otros creían que sólo podría realizarse en una nacionalidad
independiente.
El nacionalismo mexicano era
menos ambiguo. En la segunda mitad del siglo XVIII, un grupo de mexicanos
emprendió deliberadamente un análisis de las condiciones y perspectivas de su
país. Entre ellos Clavijero, José Antonio Alzate Ramírez (1737-1799) y Juan
Ignacio Bartolache (1738-1790). Ellos promulgaban que los mexicanos eran tan
competentes como los europeos, siendo tan racionales como estos. Su
americanismo no sufría inhibición alguna y empleaban términos como «la nación»,
«la patria», «nuestra nación», «nuestra América», «nosotros los americanos». La
riqueza mexicana, sus talentos humanos, el poder militar, eran las cualidades
resaltadas por los escritores jesuitas y criollos y aceptadas por su público. Ejemplo
de estas obras podemos nombrar “La
Cultura de los Mexicanos” donde Clavijero responde a todas las
descalificaciones hechas por Paw hacia América.
Sin embargo, en mayor o
menor grado, existían dos Américas, la de los blancos criollos y la de los
también nacidos en estas tierras que eran considerados menos por estos criollos,
entre ellos están toda la gama de mestizos que caracterizo a la mayor parte de
la población de la también “nuestra América”, esto por supuesto nos remite a
contradicciones internas en relación a la percepción del otro, mismas que han
permanecido hasta nuestros días. De manera tal que si bien las estructuras
externas han cambiado en apariencia, las estructuras profundas se siguen
manteniendo, y es por ello que seguimos manteniendo una imagen egodistonica que
buscamos compensar con discursos exaltados y en busca de un siempre eterno
mesianismo.
Referencia
Clavijero, F. (2002). La Cultura de los Mexicanos. México:
Planeta.
Lynch, J. (2010). Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808-1826.
Barcelona: Ariel.
CUANDO LOS CRIOLLOS HABLARON DE AMÉRICA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
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