Conjuntamente con el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, el Club de Antropología y Ecología de la UPEL, en la persona de Félix Piñerúa Monasterio, realizo su primera conferencia internacional titulada: “Eros y Tánatos como Pareja Arquetipal desde la Psicología Profunda de Jung”. Esto en el Seminario Permanente de Antropología de la Muerte dirigido por el distinguido antropólogo físico Dr. Erik Mendoza Luján y la Psic. Alexandra González y en los espacios del Museo Nacional de Antropología México. Aquí discutimos el tema con un nutrido grupo multidisciplinario de profesionales.
En un momento dado de la evolución humana, se crea un umbral de comunicación entre el consciente y el inconsciente del hombre, que permite la aparición de una intercomunicación entre la lógica y la afectividad, entre la imaginación y la realidad. Estados de conciencia hasta entonces desconocidos aparecen y modifican de forma sensible el comportamiento de la especie (Schwarz, 2008).
Gracias a la toma de conciencia de la muerte, se desencadenan objetivamente la actividad religiosa y la creatividad artística, en tanto lenguaje simbólico.
En el Homo sapiens la muerte no es solamente reconocida como un hecho, como lo hacen los animales, ni siquiera como una pérdida irreparable, sino que sobre todo es concebida como la transformación de un estado a otro. Para la conciencia del sapiens el ciclo de vida-muerte es una ley de la naturaleza. El hecho de creer que esta transformación conduce a otra vida donde se mantiene la identidad de lo transformado indica que la imaginación irrumpe en la percepción de la realidad y que el mito también irrumpe en la visión del mundo.
Para C. G. Jung los mitos en su lenguaje simbólico atesoran nuestra esencia y ellos nos hablan de la profundidad de nuestro ser psíquico, para él los mitos relacionados a la muerte hacen referencia al regreso al vientre materno, de ahí que se supone que los difuntos renacen, así estos mitos encierran simbólicamente un renacer dándose la complitud de opuesto vida-muerte, creación-destrucción.
El Uróboros, es un concepto empleado en diversas culturas, su representación más antigua estaba en la emblemática serpiente del antiguo Egipto y la antigua Grecia y se remontan a los jeroglíficos hallados en la cámara del sarcófago de la pirámide de Unas, en el 2300 a. C. Generalmente es representado como un dragón o serpiente que se muerde la cola, devorándose a sí mismo y representa la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno y otros conceptos percibidos como ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen. Este símbolo fue muy utilizado en la alquimia representando la ley "Del Intercambio Equivalente" y su significado es "Vida y Muerte", "Inicio y Final", "Masculino y Femenino" es un ciclo sin fin de ahí nace la ley de la materia (Química) "La materia no se crea ni se destruye solo se transforma", representa la unión de los opuestos.
En la mitología griega Eros es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo. De acuerdo con la obra de Aristófanes Las aves, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protógono, el ‘primero en nacer’. Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita con Ares (más comúnmente), Hermes o Hefesto, o de Poros y Penia, o a veces de Iris y Céfiro. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. En algunas versiones tenía dos hermanos llamados Anteros, la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual.
Mientras que Tánatos era la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. Tánatos era una criatura de una oscuridad escalofriante usualmente representado como un hombre joven alado con barba llevando una mariposa, una corona o una antorcha invertida en sus manos que se le apaga o se le cae y una espada sujeta a su cinturón.
Homero y Hesíodo le hacían hijo de Nix, la noche, y como ya mencionamos gemelo de Hipnos, insinuando que ambos hermanos discutían cada noche quién se llevaría a cada hombre, o que el sueño anulaba cada noche a los mortales en un intento de imitar a su hermano mayor. Tánatos actuaba cumpliendo el destino que las Moiras le asignaban.
La muerte violenta era el dominio de sus hermanas amantes de la sangre, las Keres, eran descritas como seres oscuros, con dientes y garras rechinantes, sedientos de sangre humana. Sobrevolaban el campo de batalla buscando hombres moribundos o heridos.
Según Hesíodo, las Keres eran hijas de Nix y, como tales, hermanas del Destino (las Moiras), la Condenación (Moros), la Muerte y el Sueño (Tánatos e Hipnos), la Discordia (Eris), la Vejez (Geras), la Venganza (Némesis), Caronte y otras personificaciones. Algunos también han dicho que las Keres eran hijas de Érebo y Nix.
En la práctica psicoterapéutica observamos generalmente como los individuos para quien la muerte fue un suceso violento, traumático tienen ante la vida una actitud pesimista, suelen presentar altos niveles de angustia y no tener conciencia del vinculo existente entre su neurosis y su experiencia de muerte, estos individuos son tomados por Ker, mientras los que han visto ir suavemente a un anciano, rodeado de afecto, en paz con todo el mundo, serán propensos por lo general a considerar la muerte como un suceso natural, como una liberación y si esto está acompañado de una perspectiva religiosa de trascendencia, esto le quitara el dramatismo traumático y le brinda la suavidad que ofrece Tánatos.
EROS Y TÁNATOS
AUTOR:Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Mapi Gil y Félix Piñerúa Monasterio
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