El origen de ese complejo
conjunto étnico, al que actualmente llamamos griegos, término de origen latino “Graeci”, y que fue conocido como Hellénes, es todo menos uniforme. En su
mayoría lo formaban inmigrantes indoeuropeos que se superpusieron y absorbieron
a la población autóctona mediterránea. En la memoria posterior perduran los
nombres de las tribus de los aqueos, dorios, jonios o griegos noroccidentales
como sinónimo de distintas etapas de penetración territorial en suelo griego.
En su mito de autoctonía, la
visión más panhelénica era la que configuraba un héroe epónimo llamado Helén
–que venía a dar nombre a las estirpes griegas en general, al colectivo de los
helenos-, hijo de Deucalión y Pirra, la pareja humana superviviente del Diluvio
helénico, donde Deucalión, por consejo de Prometeo, construyó un arca y,
disponiendo dentro de ella lo necesario, se embarco en compañía de su esposa.
Zeus hizo caer desde el cielo una fuerte lluvia e inundó la mayor parte de la
Hélade, de manera que perecieron todos los hombres, excepto unos pocos que se
refugiaron en las cumbres de las montañas próximas. Tras nueve días y nueve
noches navegando, llego el final del diluvio y la pareja pudo volver a tierra
firme. Así en Tesalia nació Helén quien habría contraído matrimonio con una
ninfa de los montes llamada Orseis, con quien engendrando a Eolo, a Dovo y a
Juto, epónimos respectivos de los grupos helénicos eolio, dorio y, en el caso
de Juto, aqueo y jonio, a través de sus hijos Aqueo e Ión. Pero, al margen de
este mito, los atenienses tenían sus reyes primitivos «nacidos de la tierra»,
es decir «autóctonos», y la tradición griega conservaba etnónimos, como el de
los pelasgos y los minias entre otros, que se atribuían a poblaciones muy
antiguas, a las que se consideraban como primeros habitantes de territorios
helénicos más o menos definidos.
La lengua griega como ya
mencionamos pertenecía al tronco indoeuropeo. Las excavaciones arqueológicas
llevadas a cabo en ciudades de la Edad del Bronce como Micenas, Tirinto o
Troya, y los estudios filológicos de Kretschmer, llevaron a establecer la tesis
de que los griegos habían penetrado en las tierras helénicas a través de tres
invasiones que articulaban las tres fases de la Edad del Bronce: la de los jonios
hacia el 1900 a.C., la de los aqueos o eolios hacia el 1600 a.C., y la de los
dorios hacia el 1200 a.C., coincidente esta última con las destrucciones de los
palacios micénicos.
En las referencias homéricas
la yuxtaposición de recuerdos abarca desde la era micénica pasando por los
siglos oscuros hasta la propia época del siglo VIII a.C., cuando los poemas
adoptaron la forma en que nos han sido trasmitidos. Los tiempos micénicos son
rememorados en el enorme número de
barcos y tripulaciones, de la coalición liderada por Agamenón para rescatar a
Elena de Troya, así como los rasgos de comportamiento cortesanos en los
palacios de Néstor, de Menelao y de Alcínoo, y, en no menor grado, la
fundamentación sacra de la realeza en la sociedad: los reyes son brotes divinos,
pues descienden de los mismos dioses. Asimismo, los reyes tienen derecho a
regalos y poseen, como los dioses, un témenos
(parcela). Otros aspectos esenciales del epos, sean políticos, económicos,
sociales y religiosos, tales como polis,
asamblea, lazos familiares, guerra, comercio, oikos (la familia junto con sus esclavos y sus propiedades muebles
e inmuebles), agricultura, ganadería, así como el sistema de valores de la
sociedad, reflejan estructuras y situaciones que se encontrarían en la Grecia
del siglo VIII a.C.
Sabemos que en los pueblos
del área egea predominaba el culto de la
Mater Magna y que invasores guerreros
de habla griega trajeron consigo una religión patriarcal, dominada por Zeus.
Referencias
Barceló, P. (2008). Breve Historia de Grecia y Roma. Madrid:
Alianza Editorial.
Lopéz, R., Plácido, D. y
Presedo, F. (2003). Historia Universal.
Grecia y Oriente Próximo. Barcelona: Vicens Vives.
Siebler, M. (2007). Arte Griego. Madrid: Taschen.
Fotos: Museo Arqueológico de Delfos
Museo Arqueológico de Atenas
CULTURA GRIEGA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio
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