Después de sus sangrientas
guerras civiles, la Inglaterra de Cromwel había redescubierto su vocación
marítima y en desarrollo de lo que la historia conoce como el proyecto
Occidental, decidió apoderarse de un trozo del Caribe español. El principal
esfuerzo inglés, primera gran operación anfibia transcontinental, precursora de
la de Vernon, fracasó en Santo Domingo pero, como premio de consolación, la
armada inglesa capturó en 1655 la mal defendida y poco poblada isla de Jamaica;
los informes de los prisioneros señalaban a Cartagena y a La Habana como los
próximos objetivos.
En 1656, los marinos de
Cromwell saquearon Riohacha y merodeaban agresivos por los mares de Tierra
Firme. De esta crisis nació la implantación definitiva sobre el cerro de San
Lázaro en 1657. El primer San Felipe de Barajas, nombre con el que don Pedro
Zapata quiso honrar a Felipe IV y el título nobiliario de sus mayores, los
condes de Barajas, no fue gran cosa: un preámbulo apenas de la imponente
construcción de hoy. El fuerte ocupaba, como era militarmente deseable, toda la
cima del cerro con una plataforma triangular, sin modificación en su diseño a
través de sucesivas adecuaciones, que además de ser económicas, se acomodaba a
las limitaciones topográficas del paraje. Su exigua dotación montaba ocho
cañones servidos por veinticinco infantes y cinco artilleros.
El pequeño fuerte de campaña
no sufrió modificaciones significativas hasta un siglo más tarde cuando, a
partir de 1762, Antonio de Arébalo creó el formidable complejo defensivo
actual, una de las obras de ingeniería militar sobresaliente de América.
Referencia
Segovia, R. (2009). Las Fortificaciones de Cartagena de Indias.
Bogotá: El Ancora Editores.
FUERTE
SAN FELIPE DE BARAJAS
AUTOR: Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
FOTOGRAFÍA: Félix
Piñerúa Monasterio
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