miércoles, 10 de abril de 2013

Cultura Fenicia


Los cananeos o fenicios como les llamaron los antiguos griegos, habitaron el territorio que se extendía sobre una estrecha franja costera de 40 km, desde el Monte Carmelo hasta Ugarit (unos 300 km). Su suelo montañoso y poco apto para la agricultura, orientó a sus habitantes hacia las actividades marítimas. El mar le impuso a este pueblo, al quedar dividido en pequeñas ciudades estado separadas por espolones rocosos, pues el cabotaje era mejor que las vías terrestres para el contacto entre las ciudades, que se escalonaban desde Acre y Tiro, por Sidón y Biblos, hasta Arados y Ugarit. Fenicia, al ser un estrecho paso entre el mar y el desierto de Siria, en contacto al sur, a través de Canaán y del Sinaí con Egipto, y al norte, a través del Éufrates, con Mesopotamia y Asia Menor, estaba destinada a ser una rica encrucijada comercial, codiciada por los grandes imperios vecinos.

Una parte importante de la actividad comercial fenicia era consecuencia de la situación interna de sus ciudades, caracterizada por la sobrepoblación, la escasez de tierra y la caída de los rendimientos en la producción agrícola. Resultado de las invasiones y migraciones precedentes, las ciudades fenicias habían perdido el control de amplios territorios en el sur  y el interior del país. En  consecuencia, al menos desde el siglo X a.C. las ciudades fenicias  no disponían ya de las condiciones agrícolas que  aseguraran su abastecimiento. A partir de entonces el comercio fenicio buscó, además de metales, productos agrícolas de los países de su entorno. En contrapartida los fenicios desarrollaron una enorme producción especializada de manufacturas de muy alta calidad (marfiles, talla de madera, orfebrería, vidrios) con que hacer frente a los intercambios. La búsqueda de las materias primas necesarias para alimentarla impulsó la ampliación de sus horizontes geográficos y comerciales, estimulando su expansión por el Mediterráneo.
Los santuarios de Melkart, divinidad protectora de la navegación y el comercio, jalonan los hitos más antiguos de la expansión comercial fenicia por el Mediterráneo.
En torno al 1100 a.C. una serie de expediciones a los confines del mundo –el estrecho de Gibraltar- donde fueron erigidas Las Columnas de Melkart sirvieron para legitimar, sobre la base de la vieja ideología del dominio universal, las aspiraciones fenicias de una colonización del Mediterráneo. Levantando un altar a ambos lados del Estrecho, en Lixus (Larache, Marruecos) y Gadir (Cádiz), los navegantes tirios llevaban a cabo, aunque con métodos nuevos que apenas tenían que ver con el empleo de las armas, la conquista simbólica de los límites del mundo, notablemente amplia ahora gracias a los conocimientos aportados por los micénicos en el curso de sus precedentes navegaciones, y con los fenicios habían mantenido anteriores contactos en Chipre y algunas ciudades de la costa, como Sukás.

Los fenicios se asentaron en el Egeo, Sicilia, Cerdeña, Malta, el Norte de África, las islas Baleares y la Península Ibérica. El Mediterráneo central y occidental fue particularmente poblado por este pueblo de comerciantes y colonizadores, estableciéndose unas veces en pequeños asentamientos con una economía diversificada que hacía uso de todos los recursos locales, y otras en ciudades, que como Gadir en la Península Ibérica, Lixus y Utica en el Norte de África, Motia en Sicilia, o Tharros, Sulcis y Caralis en Cerdeña, contribuyeron decisivamente en la introducción de la vida urbana en aquellos territorios. Difundieron por el Mediterráneo el conocimiento de la escritura alfabética, que pronto fue adoptada por los griegos, junto con otras innovaciones técnicas, como el torno o la metalurgia del hierro.



Referencia
Wagner, C. (2005). Historia del Cercano Oriente. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Fotos: Museo Arqueológico de Sevilla.

CULTURA FENICIA
AUTOR: Félix Piñerúa Monasterio
DISEÑO Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia Arguinzones
FOTOGRAFÍA: Félix Piñerúa Monasterio

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